Ignoran las causas llevaron a Felt ser garganta profunda

Ignoran las causas llevaron a Felt ser garganta profunda

WASHINGTON (EFE).- La identidad de «Garganta Profunda» ha dejado de ser uno de los secretos mejor guardados en EEUU, pero los motivos de Mark Felt para actuar como lo hizo en el «escándalo Watergate» podrían no aclararse nunca.

La admisión de Felt, ex «número dos» de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), de que «yo soy aquel a quien llamaban Garganta Profunda» provocó una gran sorpresa en Washington, donde en los últimos 30 años ha sido un tópico conjeturar sobre quién fue el informante que causó la caída del presidente Richard Nixon en 1974.

Incluso el presidente George W. Bush admitió ayer, en una comparecencia junto al jefe de Estado sudafricano, Thabo Mbeki, que la identidad de «Garganta Profunda» -un «alias» sacado de una famosa película porno- «me tomó completamente por sorpresa».

Y, tras el estupor inicial, se ha desatado una cadena de reacciones, tanto de quienes aplauden lo que Felt hizo como de los que ponen en entredicho sus motivos.

Varios antiguos colaboradores de Nixon tacharon a Felt de «traidor» y le acusaron de haber violado la ética profesional cuando, en 1972, puso a dos jóvenes periodistas del diario «The Washington Post», Bob Woodward y Carl Berstein, sobre la pista del escándalo de escuchas a la oposición.

Así, Gordon Liddy, el que fuera «cerebro» de la operación y hoy es un popular comentarista de radio, afirmó ayer a la cadena de televisión CNN que el ex alto cargo del FBI «violó las normas éticas de la profesión de custodio de la ley».

Según Liddy -que pasó cuatro años y medio en la cárcel por su papel en el escándalo-, si Felt «tenía pruebas de que se estaba haciendo algo mal, lo que tenía que haber hecho era llevarlo ante los tribunales y asegurarse de que se emitían condenas, no filtrarlo a un solo medio de comunicación».

El principal asesor legal de Nixon, Leon Garment, opinó que el ex alto funcionario mantuvo silencio durante tanto tiempo porque «pensaba que lo que había hecho podía considerarse deshonroso».

Y, en una comparecencia en la cadena MSNBC, el ex candidato presidencial y redactor de los discursos de Nixon, Pat Buchanan, acusó a Felt de «traidor».

En cambio, «The Washington Post», que durante tres décadas guardó silencio sobre la identidad de su fuente, sólo para ver cómo esta primicia se la arrebataba el martes la revista «Vanity Fair», destaca hoy en su página editorial el «patriotismo» de Felt, de 91 años.

En parte, afirma el diario, el ex funcionario decidió revelar su identidad «por la creencia de su familia de que merece ser honrado por sus actos mientras aún vive».

Pero, en otra información, sugiere que Felt quiso hablar hace 30 años por despecho tras no haber sido promovido a «número uno» del FBI.

Otros, como el asesor de Nixon en la Casa Blanca, John Dean, considera que la revelación de la identidad de «Garganta Profunda» crea más interrogantes de los que resuelve.

«*Cómo pudo haberlo hecho solo?», se pregunta Dean, quien puntualiza que, como responsable de las operaciones del FBI, Felt no pudo haber tenido tiempo para reunirse en secreto con los periodistas y dejarles mensajes en clave.

La teoría de Dean es que quizá le ayudaron agentes de la Oficina Federal de Investigaciones.

El escándalo «Watergate» comenzó en 1972 durante la campaña electoral, cuando la policía sorprendió a una supuesta banda de ladrones que había entrado en las oficinas del Partido Demócrata en el complejo de apartamentos de ese nombre en Washington.

A partir de entonces se produjo la intervención de «Garganta Profunda» en las investigaciones de Woodward y Bernstein, a quienes recomendó «seguir la pista del dinero» para relacionar a los que pagaron a los supuestos ladrones con la financiación del Partido Republicano.

Las pistas de Felt incluyeron revelaciones sobre las maniobras encubiertas del Gobierno de Nixon para espiar y tomar medidas de represalia contra sus enemigos políticos.

Finalmente, los periodistas pusieron al descubierto la intervención personal del presidente para encubrir la implicación de su Gobierno.

Tras dos años de investigaciones y revelaciones comprometedoras, Nixon presentó su renuncia en 1974 ante una inminente impugnación política en el Congreso.

Woodward y Bernstein recibieron un premio Pulitzer por su labor, «Garganta Profunda» entraba en la leyenda y toda esta historia quedó inmortalizada en la película: «Todos los Hombres del Presidente», dirigida en 1976 por Alan Pakula y basada en un libro de los dos jóvenes reporteros.

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