El ingreso sin pasaportes ni visas desde Haití a República Dominicana solo ha tenido en contra permanentemente a las autoridades dominicanas colocadas en una franja territorial de más de 376 kilómetros y de condiciones adversas de bosques, ríos y costas que complican los controles.
Desde aquí se ha tratado de hacer que impere la ley. En cambio, las autoridades haitianas son deficitarias en regulaciones legales, sin eficiencia de combate a tráficos ilícitos de mercancías.
De allá para acá, cualquier cosa o persona sale sin dificultad. Además, han proliferado las agresiones a transportistas dominicanos tras ingresar al oeste de la isla y los secuestros de residentes y visitante son de escalofriante frecuencia en el vecino Estado.
Procedía, como ya ya se han dado los primeros pasos, crear fluidas comunicaciones entre los cuerpos del orden de ambos países y un mayor uso de los contactos diplomáticos y de buena voluntad.
Haití tiene que poner fin a su indiferencia ante los muchos desplazamientos de sus súbditos al margen de las reglas del juego y sus ámbitos políticos y gubernamentales deben enfocarse en los problemas que afectan su imagen.
Sus flujos migratorios son contraproducentes para República Dominicana, Estados Unidos y Bahamas, entre otros destinos, que incurren en costosas operaciones porque Haití no aplica los límites internos a que está obligado para la convivencia internacional.
Un «paraíso» de costos externos
Pierde sentido ufanarse de que el país es autosuficiente por producir 80% de los alimentos que consume y destina a turistas.
En verdad imperan sistemas de «ensamblaje» de diversos renglones que antes de poderse comer o usar son materias primas.
Pollos, huevos, cerdos, peces de granja y bebidas diversas, incluyendo lácteos, existen porque la mayoría de los ingredientes que los hacen posible, incluyendo la energía, atraviesan mares con carísimos fletes.
Buena parte de la agricultura depende de agroquímicos foráneos y las envolturas de pollos deberían decir «made in Nebraska» por el mucho maíz estadounidense del engorde.
La soya, sorgo y otros insumos de crecimiento y veterinaria, básicos en las proteínas de origen animal, llegan del exterior con alzas. La nación tiende a la importación neta de inflación.