ANGEL HERNÁNDEZ
La sociedad democrática preconiza el derecho a la educación para todas las personas sin diferencias que puedan provenir de la etnia, la ideología, el sexo, el lugar de residencia, la edad o la religión. Sin embargo, en muchos países las oportunidades reales para alcanzar el pleno disfrute de ese derecho son escasas o inexistentes, sea por la falta de aulas, por limitaciones presupuestarias, por exclusiones de minorías poblacionales o por el hecho de que las personas se encuentran dispersas en el territorio nacional o en el extranjero.
En el caso particular de las poblaciones migrantes muchas veces se trata de factores que tienen que ver con el manejo correcto de la lengua del país receptor.
Es precisamente para las personas que no pueden lograr sus metas educativas por la vía del sistema educativo tradicional que surge la educación a distancia, EaD. Desde su aparición en la antigüedad esta modalidad educativa ha permitido a sectores diversos de la sociedad alcanzar metas educativas impensables, sobre todo a los más pobres.
Por citar un ejemplo, el sistema nacional de EaD de Francia le garantiza una educación de calidad a los franceses que se encuentran fuera del país, incluso en las Terrenas, República Dominicana. China, España, Venezuela, Colombia y Costa Rica, por poner algunos ejemplos, son países con una larga tradición en esta modalidad educativa.
En la Conferencia Mundial de Educación Superior, celebrada en París en 1998, se destacó la importancia de la educación a distancia como medio para lograr la democratización de la educación superior y de garantizar el acceso de las poblaciones dispersas a la educación. Se estableció también el rol estratégico que tiene la educación a distancia en la movilidad internacional de estudiantes y profesores.
Este rol tiene hoy mayor importancia dado el desarrollo que han tenido las nuevas tecnologías de la información y la comunicación lo que ha permitido que, sin importar el lugar donde uno se encuentre, pueda estudiar en la universidad de preferencia en cualquier país y cualquier programa curricular.
Si bien al origen de la modalidad muchos cuestionaron los niveles de calidad de la enseñanza a distancia, hoy tal cuestionamiento ha perdido toda su importancia ya que las universidades clásicas del mundo ofrecen algunos o todos sus programas curriculares bajo esta modalidad a través de internet.
Además, las instituciones universitarias a distancia han evidenciado su preocupación por la calidad al desarrollar sistemas de indicadores y estándares comparables a los que se utilizan para la evaluación de la educación a distancia. También, en muchos países, incluyendo el nuestro, dichas instituciones han sido evaluadas con los mismos criterios, indicadores y estándares que los usados para la educación presencial. En otras palabras, al día de hoy las instituciones a distancia han logrado un alto nivel de legitimidad social y su oferta reúne las cualidades necesarias, comprobadas mediante evaluación, para ser de calidad.
Y no puede ser de otro modo. Como requisito de la sociedad democrática la igualdad de oportunidades de acceso a la educación superior debe producirse en igualdad de condiciones, es decir, que todos los estudiantes universitarios deben recibir una enseñanza de calidad, sin importar la modalidad de estudios.
De lo que se trata es de formar ciudadanos en capacidad de realizar un trabajo con creatividad y espíritu innovador, en condiciones de responder a las exigencias de una sociedad cambiante y competitiva como la que vivimos.
En este sentido una contribución importante que hace la educación a distancian a la sociedad lo constituye la educación continuada, es decir, aquella que se ofrece durante toda la vida. Por su flexibilidad y adaptabilidad la educación a distancia es un medio adecuado para que la fuerza laborar de un país reciba oportunidades variadas de formación continuada, sea en el lugar de trabajo o en cualquier otro.
Esta perspectiva es sumamente importante debido a que en una sociedad que cambia tan rápidamente como la actual, renovar el conocimiento en una tarea vital para la economía y para la sociedad.
Los individuos bien formados son aquellos que han incorporado en su capital de trabajo la habilidad de renovar sus actitudes y conocimiento en función de las demandas crecientes de nuevas capacidades.
La flexibilidad de la educación a distancia favorece la creación de estas cualidades y a la vez garantiza un amplio mercado educativo en el cual la oferta permanente de cursos permite satisfacer la necesidad de la sociedad cambiante de hoy.