Ilio Capozzi, héroe poco conocido

Ilio Capozzi, héroe poco conocido

Donde estuvieran el presidente Caamaño o el coronel Montes Arache estaba él, audaz, valiente, estratégico, avizor, leal a los constitucionalistas, patriota como un dominicano más pese a ser italiano.

Para muchos era una novedad su entrega habiendo él formado parte de las tropas de Otto Skorzeni, oficial alemán nazi de las fuerzas especiales de Benito Mussolini, pertenecido a la Legión Extranjera francesa y llegado al país contratado por Trujillo para formar el Cuerpo de Hombres Rana que tomarían parte en el atentado contra Rómulo Betancourt, entre otras funciones.

Pero “el Maestro”, “el Profesor”, como le llamaban, prefirió morir defendiendo la soberanía de este país que había convertido en su Patria, en el que tuvo grandes amigos, mujer y supuestamente una hija.

Ilio Capozzi es apenas reconocido por los que vivieron la gesta y recordado por agradecidos discípulos como el alférez de navío Pedro Germán Ureña Ovalle y el teniente coronel de la policía, capitán de fragata Eddyberto Estrella Fernández, quienes lo conocieron desde los años 50 del siglo pasado cuando llegó a la República hasta que cayó derribado en el asalto al Palacio Nacional por el fuego de norteamericanos y de nacionales contrarios a la conflagración.

Casi todos los autores de abril lo citan aunque sin ofrecer datos biográficos ni destacar su heroísmo, su arrojo, su casi inmolación. Bonaparte Gautreaux Piñeyro es quien aporta mayores detalles y anécdotas de Capozzi en su libro “Santo Domingo, Guerra Patria 1965. Mi memoria. Una visión personal”.

Con Trujillo. Ureña y Estrella relatan que Capocci participó en la formación del primer grupo de Hombres Rana, llamado también “Escuela de Comandos”, junto a otros seis italianos: “Marcos Sorssini, que era el jefe; Vittorio Tudesco, Enzo Lobato, Elio Bolpi, que era judoca; Alberto Cortelleza, Mario Cresta y Benito Pambianchi”.

Agregan que Ilio era mayor en edad y les daba clases de natación. “Después de la Segunda Guerra Mundial era soldado de Benito Mussolini; se alistó como legionario en un batallón que tenían los franceses en Argelia hasta que vino en 1957 o 1958 por insinuación de Marco Antonio Sorssini que empezó a formar un equipo de instructores. Tudesco reunió a los nadadores de combate italianos y un especialista en judo de Italia, Bolpi”.

Los dos oficiales estuvieron como sus alumnos en Sans Soucí, Caldera y Salinas en cursos de natación, eliminación de centinelas, asalto a establecimientos o campamentos, explosivos, manipulación y uso de ellos con fórmulas. “Usábamos mucho el TNT y la dinamita”, apunta Estrella.

El Hombre Rana, explican, “es un soldado del mar que pelea en el agua con explosivos, participa en desembarcos, etc.”. Montes Arache tenía a su cargo “la logística: imponer disciplina, nombrar oficiales, proveer de raciones, ropa… Primero hacía esas funciones Miguel Jacobo y después Montes que se interesó por el adiestramiento y lo hizo”.

En la Revolución. Al empezar la revuelta, Montes Arache anunció: “Me voy para la revolución, no quiero que nadie me siga, yo me voy solo”, refieren los entrevistados. “Pero nos fuimos casi todos los Hombres Rana, éramos 107, de tres cursos, y nos unimos 99, quedaron ocho del otro lado”, significa Ureña, entonces sargento mayor encargado de ese Cuerpo y jefe de la escolta del coronel Caamaño. Eddyberto era segundo teniente de la Policía Nacional y había sido marino cuando se integró a los Rana. Estuvo con Montes Arache en todos los frentes de la Revolución y junto a ellos, Ilio Capozzi y André de la Riviere.

Ureña fue quien sacó a los Rana de Sans Soucí y de la jefatura de Estado Mayor el 24 de abril cuando iban a apresar a Donald Reid. Montes Arache lo escogió junto a Carmelo Águeda de León, Antonio Manzueta, Gerardo Cruz, Eddy Melo Ortiz, Alfredo Rosario Acosta, Rafael Peña Báez y Tomás Torres y comunicó a Caamaño: “Ahí te dejo a mis mejores hombres”. Cuando cita a Tomás Torres, Ureña estalla en llanto porque fue el primero de sus compañeros en morir, en la batalla del puente Duarte.

Capozzi se integró a la guerra, añade Ureña, “y estuvo todo el tiempo cerca de Caamaño y Montes Arache. Era un poco mayor, quizá tenía 60 años, alto, delgadito, blanco, no hablaba bien el español pero lo entendíamos”.

Dicen que demostró admirable determinación en el puente “con su fusil, muy aguerrido. Los guardias abandonaron el escenario, si hubiésemos querido tomábamos a San Isidro y los tumbábamos”, aseguran.

Según Estrella Fernández, Ilio Capozzi tuvo una compañera llamada Rita y piensa que una joven deportista apellido Capozzi pudiera ser su hija.

La muerte. Ilio Capozzi, quien figura en una resolución del Ayuntamiento para ser reconocido con una calle de Santo Domingo, “quiso seguir al coronel Rafael Fernández Domínguez en el asalto al Palacio y lo mataron agarrado a la verja para entrar, era el que más cerca estaba de la puerta. Está enterrado en el cementerio de la avenida Independencia”. Esa es la versión de Ureña y de Estrella.

Gautreaux Piñeyro escribió que el 18 de mayo Capozzi entregó a Caamaño su reloj de pulsera alegando que tomaba el Palacio o no volvía. La viuda del ex Presidente, María Paula Acevedo, aseveró que el coronel luego dio la pieza a la viuda de Ilio.

El 19, los revolucionarios intentaron entrar al Palacio por las calles Julio Verne, Uruguay y 30 de Marzo y encontraron una cerrada resistencia. “Se dieron cuenta de que la información sobre el número de tropas en el Palacio estaba desactualizada”, anota Gautreaux.

Capozzi subía al frente de una columna de Hombres Rana por la Julio Verne, seguido de cerca por militares de su bando. Mientras más se acercaban mayor era el fuego enemigo. “Al llegar a la última casa de la Julio Verne y Uruguay Capozzi seguía en la punta de la escuadra y nos ordenaba y nos alentaba que continuáramos, pero era imposible. El Maestro asumió una actitud suicida y continuó disparando mientras avanzaba hacia el Palacio”, relató el sargento BZ Quezada a Bonaparte Gautreaux.

Señala que los anticonstitucionalistas estaban en mejor posición para repeler el ataque, tenían muchos proyectiles y ametralladoras pesadas. Los constitucionalistas, con fusiles y ametralladoras livianas, al descampado, “no podíamos lograr el objetivo”.

Capozzi insistió, seguía tirando hacia delante “bajo una verdadera cortina de disparos. Cuando llegamos a la última galería, cuando había que seguir sin ninguna protección, decidimos no continuar. El Maestro Capozzi proseguía llamando hasta que no escuchamos su voz y determinamos retirarnos…”.

Su cadáver fue hallado en el jardín de la casa desde donde realizó los últimos disparos, fue rescatado al otro día por monjas del hospital Padre Billini “luego de que se lograra el permiso de las tropas americanas”.

 

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