Las derivaciones en la asignación de procedencias, origen, vínculos, onomásticos, patronímicos y otros pormenores nos brindan la oportunidad de conocer variadas elaboraciones que, a menudo, nos parecen extrañas y hasta caprichosas.
Hacemos construcciones de palabras que nos permiten una clara y certera expresión que, a la vez, enriquecen el léxico y llenan de mejor contenido la intercomunicación entre iguales.
Decir /nicaragüense/ revela de inmediato la procedencia o nacionalidad de una persona (gentilicio); o Ramírez, de Ramiro (un patronímico). Sabemos que el sufijo /ense/ que colocamos al final del nombre de una localidad constituye un gentilicio, y que lo escribimos con /s/. Equivale, por tanto, a persona u objeto natural o procedente de Nicaragua, país de Centro América. Igual si pasamos a decir costarri/c/ense, con idéntica terminación /ense/, pero antecedida por una /c/ que porta el nombre original, que procede del topónimo Costa Ri/c/a.
La /z/ final en Ramiro es indicación de patronímico. Gentilicio es adjetivación relacionada con la gente o naciones. ¿Tendrán estas formas originales el mismo sufijo? Claro que no. Hay diferentes sufijaciones: boliviano, puertorriqueño, argentino, chileno etc. El propio agregado /ense/ tiene una diferencia o excepción en la palabra /vasco/, de vascón, natural de Vasconia, región de la España Tarraconense, pero derivada en /c/: vascuen/c/e, diferente a las escrituras mencionadas más arriba. Se dice que esta forma proviene del euskera o lengua de los vascos. Y una de sus acepciones, a nivel de habla coloquial, es que algo “está tan confuso y oscuro que no se puede entender”. De ahí los dominicanos empleamos la frase: “Tú si hablas /vascuencias/”.
He oído decir y también lo he visto escrito: Hosto/s/iano. Así lo dice Euclides Gutiérrez Félix: [… la conducta de (Juan) Bosch como presidente…] alentó el entusiasmo de la oficialidad joven de las Fuerzas Armadas formadas […] en el sistema de la escuela Hosto/s/iana…] (Ver diario Hoy 5 de julio del 2015, p.11A, bajo el ancabezado “Euclides dice golpe a Bosch se gestaba desde abril del 1963”).
No obstante, recuerdo en tertulia uno de los participantes, durante varios años en menciones del Magisterio de don Eugenio María de Hostos, siempre pronunció: hosto/n/iano, con /n/, supuestamente en la raíz del vocablo o en el sufijo, sin rastros de esa consonante ni en el apelativo ni en el añadido.
De /regiomontano/, ¿qué le suena? Nombre originado del topónimo /Monterrey/, Méjico: regio = rey, montano = monte. Resultado: regiomontano.
¿Y qué decir acerca de /oriolano/? Pues nos llega de Orihuela, ciudad de Alicante, España, que nos evoca al malogrado poeta español Miguel Hernández, que al introducir su monumental inspiración “Elegía”, nos precisa: “En /Orihuela/, su pueblo y el mío, se ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería”. Este poema fue musicalizado y lo canta Joan Manuel Serrat.
Por último ¿ha leído usted algunos de los sueltos que recrea en este matutino el escritor y periodista Lipe Collado, acerca del calendario de la Guerra Civil que se inició el 24 de abril del 1965 en Santo Domingo? En esos renuevos hemos compartido la derivación /imbertista/, en referencia a la Junta encabezada por el general Antonio Imbert Barreras.
Lipe pudo haber introducido la forma /imberista/ por razones de eufonía, ya que la /t/ final del apellido aporta muy poco a la pronunciación del neologismo. Sin embargo, /imber/i/sta descomplica la articulación de la estructura o de la frase en que se produzca la emisión. Hace muchísimos años, don Tomás Navarro Tomás nos advirtió que hay cosas que aunque se escriban muy bien, son pocos los que las pronuncian. Ejemplo: calidá, universidá, exactitú, voluntá, etcétera, etcétera.
¿Por cuál forma se decide usted? ¿Por “imberista” o “imbertista”? ¡Esas /t/ tan cercanas la fuñen!…