Imborrables acontecimientos personales en abril

Imborrables acontecimientos personales en abril

Fabio R. Herrera-Miniño

Imborrables acontecimientos personales en abril. Un día como hoy, en 1962, sábado en la mañana, celebrábamos nuestras bodas Gladys Montero y yo en el Centro Parroquial de Baní. La iglesia había sido afectada en su estructura por un terremoto ocurrido en enero de ese año. Estaba en reparación. Hoy cumplimos 60 años de casados y son nuestras bodas de diamante. Aun cuando no lo podamos celebrar en pareja por estar Gladys afectada por el mal de Alzheimer, quedan las vivencias de una vida en común con sus altibajos normales en la vida matrimonial mientras iban llegando los cuatro hijos.

Tres años después, sumergido el país en las confrontaciones cívicos militares del día 24, nos vimos intervenidos por una tremenda fuerza expedicionaria de Estados Unidos decididos a llevar la cordura a la locura en desarrollo de dominicanos matándose entre si y afectado por una ceguera notable de las ambiciones e incomprensiones políticas.

Dos días después del día 28, las tropas interventoras habían establecido su corredor de seguridad desde el puente Duarte para viabilizar el tránsito desde el puente hasta el hotel Embajador y pasando por la ubicación de la embajada norteamericana. El día 30, en horas tempranas de la tarde, la residencia de mis padres fue acribillada por fuego de fusiles y ametralladoras provenientes del poder de fuego establecido en la esquina de la calle San Juan Bosco y la Rosa Duarte.

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En la casa de mis padres, ubicada al lado de la nuestra y después de varios minutos de intenso fuego, cesaron las descargas ocasión que fue aprovechada para que mi esposa embarazada de cinco meses de nuestra hija Ruth, enarbolando una bandera blanca, salió al patio mirando hacia el norte, o sea a la calle San Juan Bosco donde estaban las tropas extranjeras que a los pocos minutos llegaron tres soldados norteamericanos acompañados de un asistente dominicano como traductor utilizando un brazalete blanco para distinguirlo de las tropas constitucionalistas. Ellos explicaron la razón del intenso fuego en contra de la residencia por la presencia de los soldados de la guarnición que cuidaba la casa de mis padres que fueron luego entregados a un vehículo policial dominicano que llegó a los pocos minutos y los trasladaron al palacio de la Policía, a escasas cuadras de nuestro domicilio. Horas después, al caer la tarde bajaron por la calle los soldados norteamericanos que establecieron, en los jardines de la casa de mis padres, un campamento de casas de campañas mientras el comando lo establecieron en la galería de mi residencia a medio construir. Gracias a la entereza de Gladys, de salir a exponerse a que fuera acribillada, hoy estamos al final de la vida, pudiendo contar la historia tal como la recuerdo.

Los custodios de la casa de mis padres fueron transportados al Palacio de la Policía a integrarse a sus compañías. En los jardines estuvo el campamento norteamericano por unas cuatro semanas cuando lo desocuparon y fueron trasladados a los jardines de la embajada norteamericana.

Los soldados norteamericanos, que estuvieron ubicados en los jardines de la residencia de mis padres, fueron reemplazados semanas después por soldados brasileños integrantes de la inefable Fuerza Interamericana de Paz pero se trasladaron al patio del Colegio Evangélico Central, ubicado al frente de nuestra residencia.

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