Imitar a Mauricio, es la mejor revolución

Imitar a Mauricio, es la mejor revolución

Samuel Luna

¿A quién le importa la República de Mauricio? Muchos no saben dónde está Mauricio; y con razón, es un país tan remoto, que para llegar a dicha nación, debemos tomar varios aviones y volar muchas horas; está ubicado en el Africa subsahariana, en el medio del océano Índico. Es una isla, en medio de la nada.

La República de Mauricio es una nación africana, era muy pobre, muy distante geográficamente, aislada financieramente y pequeña; para que tengamos una idea, si la comparamos con la provincia de La Vega, con sus municipios y distritos municipales, podemos decir que el país de Mauricio necesita 252 kilómetros cuadrados para tener el tamaño de La Vega. De la misma forma que nosotros fuimos colonizados y dominados, Mauricio fue colonia de Francia y de Inglaterra; y aún en el año 1960 era una nación pobre y comercialmente aislada, pero, hoy en día, es una nación que se subió en el tren del progreso, del desarrollo educativo y con un crecimiento económico envidiable; proceso que nosotros no hemos podido lograr a plenitud.

Los políticos y funcionarios de nuestro país deben dejar las improvisaciones y el orgullo de creerse los sabios en la política; la mejor formar de hacer política es iniciar un proceso abierto y realmente democrático, para estudiar a los países que han roto el ciclo de corrupción y de pobreza. Sería bueno y urgente que entendamos e imitemos a otras naciones, a países que fueron inestables, pobres, no confiables, países que fueron parte de una historia colonial no muy agradable; sin embargo, hoy son naciones ricas y países confiables para inversionistas de cualquier parte del mundo. Nosotros, el pueblo dominicano y los que nos gobiernan, o mejor dicho, los que nosotros hemos elegido para administrar los bienes del Estado y la seguridad de cada ciudadano, debemos entender que la nación dominicana posee todas las cualidades y recursos naturales para saltar la brecha de la pobreza y comenzar un nuevo camino de estabilidad social y económica, un progreso que se refleje en cada rincón del país.

La mejor forma de crear cambios sustanciales, de generar transformaciones medibles, es imitando a aquellos que ya han tenido éxito. La República de Mauricio, logró convertir el país en un destino turístico, diversificaron la economía, el gobierno instauró una campaña de beneficios fiscales para impulsar la producción industrial y las exportaciones, incentivaron las empresas locales y al mismo tiempo invitaron empresas nacionales con operaciones a nivel mundial, dándoles exoneraciones de impuestos y otros beneficios; es bueno resaltar que el país de Mauricio tiene más de 18,000 empresas de millonarios europeos y asiáticos. De hecho, debido a la seguridad financiera y el paraíso fiscal que brinda esa nación, Mauricio tiene una alta presencia de millonarios que se han mudado al territorio africano, aquel Mauricio que antes era pobre y ultrajado.

Debemos imitar la cultura financiera que ellos implementaron, motivando el libre mercado, siempre pensando en el bienestar de todos. Invirtieron tiempo, talento y dinero, buscando soluciones para mejorar la seguridad ciudadana y financiera de su propia gente. El fundamento para transformar una nación, un pueblo y un Estado, es la práctica de la justicia, la equidad; digo esto, porque lo primero que hizo Mauricio como país fue cristalizar el sistema judicial, el proceso político lo hicieron confiable y funcional.  En otras palabras, el sistema judicial, las acciones electorales y cualquier evento político lo pusieron de una forma confiable y sin comprar la dignidad del pueblo con regalos y a base de dinero. Si queremos cambiar, ahí está Mauricio; imitar, aveces es beneficioso.

Debemos aclarar algo, de nada sirve convertir a la República Dominicana en un paraíso fiscal, de nada sirve que invitemos a inversionistas extranjeros, de nada sirve, no funcionará, porque el nivel de corrupción y la cultura del tigueraje debe ser cambiada, para esto se necesita un presidente dispuesto a pagar el precio; un presidente que sea fruto de un pueblo cansado y desconfiado de este sistema político y judicial. Imitar a la República de Mauricio es la mejor revolución.

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