Impacto de las políticas keynesianas
¿Qué son estas políticas y en qué radica su éxito?

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Las políticas keynesianas, inspiradas en las ideas del economista inglés, John Maynard keynes, mantuvieron una época de actualidad y es claro que todos los presidentes de las economías del mundo, en algún momento, la han puesto en práctica. Estas consisten fundamentalmente en la aplicación de medidas basadas en políticas fiscales expansivas con el fin de luchar contra el estancamiento laboral.

Después de la década de los 60, las políticas keynesianas fueron denostadas por algunos, especialmente por Milton Friedman, premio Nobel de economía (1976), al preferir vigilancia en los principios de control monetario y de la inflación. Fue así como esos mismos presidentes les dieron la espalda al keynesianismo y abrazaron el monetarismo para aplicar políticas monetarias restrictivas subiendo los tipos de interés para bajar la inflación y políticas monetarias expansivas para estimular la demanda interna en períodos de recesión. Sin embargo, curiosamente, el mundo vuelve ahora a desempolvar las recetas económicas keynesianas.

El agravamiento de la crisis económica a nivel mundial está generado un intenso debate sobre las políticas económicas que se deben implementar para impedir que la incipiente recesión se transforme en una gran depresión. Este debate ha puesto  de moda alguna de las propuestas que John Maynard Keynes formulara durante la Gran Depresión y  algunas ideas de sus seguidores. Es obvio que hoy el mundo clama por políticas “keynesianas” sin que se entienda  bien qué se entiende por ellas.

Las políticas keynesianas

Keynes fue un gran economista inglés de principios del siglo XX que saltó a la fama por su libro “Las consecuencias económicas de la paz”, fama que se consolidó con su activa participación en los debates sobre cómo salir de la Gran Depresión, con la publicación de su libro “Teoría general del empleo, el interés y el dinero”, en 1936, y con su crucial contribución al establecimiento del llamado “Sistema de Bretton Woods”. Su comprensión de las complejas interrelaciones entre las distintas variables económicas, y las de éstas con otras variables sociales y políticas, anticipando incluso las consecuencias económicas de las elevadas reparaciones de guerra.

Después de la crisis del 29 y después de varios años sin atinar la manera de salir del atolladero, keynes propuso que el gasto del gobierno fuera el motor del desarrollo, dando una respuesta definitiva a la grave depresión económica desencadenada en todo el mundo a partir del crash de la Bolsa de Nueva York. Retomando intuiciones olvidadas de los teóricos del subconsumo (como Malthus), indicó que la causa de la crisis era la insuficiencia de la demanda, debida a la creciente propensión marginal al ahorro de las sociedades desarrolladas. Manifestó que el desempleo así originado no podía remediarse únicamente con medidas monetarias.

La debilidad del consumo privado sólo podía remediarse incrementando el gasto público en periodos de recesión, haciendo que el Estado incurriera en un déficit para crear demanda adicional. De este modo, fundó la macroeconomía, dedicada a explorar las relaciones entre los grandes agregados de la renta nacional.

Keynes argumentó correctamente en su momento que, cuando el público incrementa en forma sorpresiva y significativa su demanda de instrumentos financieros emitidos por el gobierno (billetes y monedas y bonos), se genera una baja en la demanda global de bienes y servicios, por lo que las autoridades económicas deben reciclar esos fondos hacia el sistema financiero para evitar una implosión económica. Sin embargo, esta receta no es de aplicabilidad universal ni válida para cualquier tipo de situación.

En aquellos países en que el retiro de depósitos bancarios se traslada a la compra de divisas, una emisión de dinero puede terminar financiando una corrida y agravando la situación. Así, estos países deberían haber constituido con anterioridad un fondo anticíclico, y si no lo hicieron deberían hacer lo posible para conseguir apoyo del exterior. El objetivo central de la posición keynesiana es el crecimiento del producto nacional (PIB) y de las variables que lo determinan al afirmar que cuando aumenta la ocupación se incrementa  el ingreso real global.

En esencia, Keynes intentó modificar el pensamiento económico dominante introduciendo conceptos nuevos tales como el nivel agregado de la demanda, los efectos económicos de los cambios en la proporción del ingreso que la gente destina a consumir y a ahorrar, y los motivos por los que existe el desempleo de recursos productivos, o se satisfacen las necesidades de dinero, conceptos que contribuyeron al entendimiento de las economías. Estos conceptos fueron transformados por sus seguidores en modelos que  se alejaron de sus principios básicos y, con el tiempo se basaron en supuestos inconsistentes. Keynes fue partidario de la acción económica del Estado, pero nunca propuso un Estado empresario.

El impacto

El principio medular de la teoría keynesiana es la afirmación de que el ingreso depende del empleo, el empleo de la demanda efectiva, y la demanda efectiva del consumo y la inversión. Por lo tanto, el ingreso depende del consumo y la inversión. Los hombres se encontrarán involuntariamente sin empleo en el caso de que la oferta total de mano de obra dispuesta a trabajar por el salario vigente sea mayor que el volumen de ocupación existente. Por ello, el gobierno deberá aumentar el gasto público e intensificar los subsidios para tratar de incrementar la demanda efectiva y el crecimiento del ingreso. Así, se aceptaría el impacto keynesiano para impulsar la actividad económica.

Pero carece de un plan que imponga orden en el logro de los objetivos nacionales y regule el proceso de monopolización de capital local y multinacional. Las economías quieren crecimiento sin inflación.  keynes analiza de forma crítica que se impulsa la demanda efectiva atándola a la creación de empleos improductivos. Estos son  financiados con impuestos que limitan la capacidad de crecimiento de los sectores dinámicos con posibilidades de generar empleos productivos.

La tarea de gastar los impuestos en empleos improductivos sólo representa una reasignación del gasto pero no estimulan el crecimiento del ingreso. Y la propuesta keynesiana para lograr la expansión del ingreso no es regalar dinero proveniente de la recaudación de impuestos, sino fruto de la expansión de la emisión monetaria de pesos nuevos que permitan libremente el crecimiento marginal de la demanda generadora de empleos productivos. Pero  la emisión monetaria puede ser un detonador de la inflación ante un gobierno derrochador, el Banco Central deberá garantizar un nivel de expansión de la oferta monetaria acorde al monto de sus reservas. El consejo de Keynes era el de hacer un enérgico uso de la política fiscal (impuestos y gastos) para completar el mecanismo de mercado del sector privado, que en opinión de Keynes no conseguía resolver  la ocupación.

Por ello, a Keynes se le puede considerar el mejor economista del siglo XX y uno de los más importantes de la historia. Su punto de partida, y por lo cual será recordado siempre, fue que trató a grandes rasgos las fluctuaciones económicas a corto plazo y el tema de la gran depresión en particular.

Sostenía la necesidad de que la demanda agregada de bienes y servicios fuera suficiente. Se interesó por el desempleo en los países industrializados, los ciclos económicos, sus aportaciones críticas a la sociedad y su gran influencia en la política pública.

Sus aportaciones económicas son conocidas como la oferta y demanda agregada, la trampa de la liquidez, el equilibrio con desempleo y otros más. Es claro que fue con él, que se retornó a los problemas macroeconómicos y monetarios.

La cifra

23.64%  ha sido la tasa  de crecimiento promedio de la demanda agregada (la suma del consumo, la inversión y las exportaciones) en RD del  1988 al 2008. En ese lapso, el gasto total gubernamental creció en un promedio de 25.75%.

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La solución  keynesiana

La estanflación en la década de 1970 hizo que el enfoque intervencionista keynesiano perdiera su atracción; sin embargo, algunas de sus ideas son válidas y se continúan realizando los esfuerzos para combinarlas con los modelos neoclásicos. Algunas de estas ideas pueden llegar a contribuir a disminuir la severidad de la actual crisis económica y evitar que se repitan los errores de la década de 1930, pero una interpretación incorrecta de las mismas puede agravarla. Específicamente, la ruta hacia la reactivación dependerá mucho de la forma en que se formen las expectativas en la economía. Y si bien la solución keynesiana consiste en inyectar liquidez  a la economía, un componente más importante será cómo se financian las obras públicas de interés.

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