El Tratado de Libre Comercio de América del Norte – NAFTA, en inglés –, considerado el más grande mercado en su momento, comprende 450 millones de consumidores entre Estados Unidos, México y Canadá y un PIB de 21 billones – millones de millones -. El flujo comercial es de 1,2 millones de millones, en 2016, – antes del acuerdo eran solo 290 mil millones. De ellos, 660 mil millones es el intercambio de EE.UU y Canadá, lo que convierte a este país en el segundo socio comercial de Washington solo superado por China. Otros 530 mil millones es el flujo entre Estados Unidos y México, tercer socio comercial de la primera potencia económica mundial. Entre Canadá y México el intercambio es de 30 mil millones, diez veces más que antes del Tratado. La Inversión Directa se estima ha alcanzado 425 mil millones invertidos por estadounidenses en sus dos socios, en tanto estos han invertido 240 mil millones en la economía norteamericana. Se ha multiplicado por tres desde 1993. Otras dos cifras importantes es que se calcula en 14 millones los empleos que en las tres naciones están interrelacionados con el TLC, en tanto unas 140 mil empresas pequeñas y medianas estarían participando en esa extraordinaria actividad económica.
En ese escenario nadie en esos países había pensado en la necesidad de entablar una renegociación del mismo hasta que el entonces candidato a la presidencia estadounidense, hoy presidente, lo calificara como “muy malo” y hasta como el “peor de la historia” y amenazara, contra toda lógica, con retirarse del mismo. Como ya se dijo, se tratan de dos de los tres principales socios comerciales de la nación. El flujo comercial de EE.UU. – Canadá ha estado creciendo en 4.5% anual en las dos direcciones y con México en 10%. Para Canadá y México su vecino es el principal socio económico comercial. Los aztecas dirigen algo más del 80% de sus exportaciones a Estados Unidos, y alrededor del 3% a Canadá, y este último país también destina 75% de sus ventas a Washington. Las exportaciones entre todos ellos representaron 14% del volumen de exportaciones del mundo en 2015.
Los ataques de la administración norteamericana al TLC se sustentan en el impacto que, efectivamente, ha tenido el acuerdo y que es parte de lo que se buscaba con el mismo. Miles de empresas se han desplazado hacia México para aprovecharse del diferencial de precios y exportar con preferencias al mercado estadounidense. Se estima que unos 700 mil empleos se han perdido por esa razón en EE.UU., lo que los críticos llaman “exportación de empleos”. También los mexicanos han visto mermar la producción y los trabajadores en el campo por el ingreso de productos agrícolas más competitivos. No obstante, México es solo el cuarto déficit de EE.UU. superado por China, Japón y Alemania. Sin embargo, comprar más que vender no encaja con la mentalidad empresarial del gerente-mandatario.
Cada país ya ha fijado sus líneas rojas en la negociación. Veamos.