Desde las 6 y 30 de la tarde de ayer sintonicé la cadena de los Mets de Nueva York.

¿El motivo?

Ver cómo sería el recibimiento de José Reyes, quien ahora pertenece a los Marlins.

¿Resultado?

Me sentí decepcionado con algunos fanáticos de los Metros.

En proporción, el 70% aplaudió y el 30% abucheó al jugador.

Sin embargo, hubo hasta letreros para molestar a José Reyes, incluyendo algunos fanáticos con polo shirts atacando.

Pienso que quienes fueron al play a molestar a Reyes no fueron justos.

¿Por qué?

Escenario 1: Reyes se fue porque los Mets no tenían dinero para firmarlo.

Escenario 2: Reyes jugó con pasión y entrega en Nueva York.

Cuatro veces All Star, líder de bateo, Bate de Plata, 1,314 hits, 741 anotadas, 100 triples y bateo de por vida de casi .300.

Su nivel de valía llevó a los expertos a compararlo con Derek Jeter.

En un momento, alguien escribió que Reyes ya era el mejor torpedero de Nueva York.

Ese estilo de juego puso a gozar a la fanaticada de los Mets, y fue de los pocos jugadores que rindieron a la hora buena.

Visto así, mereció un mejor trato de los fanáticos, que con su postura enseñaron poca clase.

Dentro de la parte positiva, vi en un momento en que Reyes fue a firmar autógrafos a un grupo de fanáticos de los Mets.

Esa gente sí valoró lo que Reyes hizo allí por casi una década.

Mucha gente pensó que en su regreso todo sería color de rosa, pero no ocurrió así.

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