Visitar y caminar por las instalaciones del club Mauricio Báez es una enseñanza de vida.

Nos enseña cómo construir un lugar de ayuda para todos.

Y nos enseña que todavía hay gente con capacidad de entrega, servicio, lealtad y amor por un barrio. El dueño muy merecido de estos elogios es Leo Corporán.

El club Mauricio Báez se ha convertido en un “paraíso” para los jóvenes de ese sector.

Instalaciones de primera, atenciones médicas, culturales, escuela, anfiteatro, cancha de baloncesto, en fin, tiene de todo un poco. Además de sus grandes instalaciones, se respira el orden, respeto y agradecimiento por Leo Corporán.

El colega editor deportivo de El Nacional quizás tuvo dos caminos:

1- Vivir para él.

2- Vivir para los demás.

¡Y eligió la segunda opción, que lo hace más feliz que poder andar en un Mercedes Benz del año.

Nada provoca en Leo más satisfacción que poder ayudar a una madre enferma, a un jóven sin trabajo, o un atleta que desee invertir bien su tiempo en los deportes. Me atrevería apostar que Leo ha generado cientos de millones de pesos para ayudar a la gente que lo necesita.

Es visto como un gran propulsor deportivo, que se entrega en cuerpo y alma al Mauricio. Y lo hace a cambio de nada: No tiene intenciones de candidatearse a ningún puesto político y el dinero no es su prioridad. Me siento orgulloso de conocer a alguien tan especial, y seguro que su familia también se siente igual de orgullosa.

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