Me dicen que estoy un poco “duro” con mis comentarios a raíz del lío en el Julián Javier.

Yo rechazo eso.

Soy un enamorado del béisbol, vivo el béisbol, y lo poco que soy y que tengo, se lo debo al béisbol.

Ahora bien, hay momentos en que uno no tiene armas para defender situaciones que se presentan en el evento.

Es innegable que la Liga de béisbol está “floja” en este momento.

Es innegable que tenemos falta de seguridad en los estadios.

Es innegable que los fanáticos se están pasando de la raya.

Es innegable que los peloteros también se presentan intolerantes.

Es innegable que ahora los jugadores son “plebes” y eso se ve en TV.

Es innegable que hay quejas con las bolas y los bates.

Es innegable que todo está caro en el play  y eso incluye las boletas.

Y hay más. Denunciando eso, nadie le hace daño al evento.

Al contrario, la Liga debe tomar nota de esos casos y actuar.

Pero no diciendo que son “simples hechos”.

Tampoco postergando decisiones que se tienen que tomar. Cuando el desorden empera, al final, todo es peor.

Miren lo que se presenta ahora: Desde Estados Unidos están averiguando qué pasó aquí.

El equipo de Anaheim llamó al Licey para preguntar por Erick Aybar, uno de los peloteros de ese pasado conflicto.

Y si otros gerentes hacen lo mismo, entonces, esta pelota se “tambaleará”.

Que nadie crea que nuestro béisbol es inmune a todo.

No olviden lo que pasó en Puerto Rico.

Creo que el papel de la prensa es alertar sobre loque pasa.

Y el papel de la Liga es hacer las correciones de lugar. Es tan simple como eso. De manera que nadie en la Liga de Béisbol me vea como enemigo. Al contrario, soy un preocupado de mi pelota.