A raíz de la muerte de Don Mario Alvarez Dúgan (Cuchito), se han dicho muchas cosas bonitas sobre su persona.

Y todas son así.

Quiero revelar que tuve la oportunidad de vivir una relación de jefe-empleado, pero también de alumno y de hijo.

¿A qué me refiero?

Cuchito fue comentarista, editor y escritor deportivo.

Siendo yo el editor deportivo de un periódico dirigido por él, debía ser muy cuidadoso.

Y así lo fui.

Cuchito me quería mucho, y amparado en ese sentimiento, siempre me elogiaba, pero también me “caqueaba”.

Siempre que íba a su oficina me tenía un elogio o una crítica constructiva, que a la larga, me ayudaba bastante. Digo a la larga, porque no niego que en algún momento, pensara que era muy fuerte.

Elogiaba y criticaba mi trabajo en las transmisiones de la pelota. Pero siempre lo hacía con un sentido constructivo para que mejorara.

En lo que respecta al diario HOY, también me resaltaba y me hacía señalamientos. Por ejemplo: Los editores  teníamos la costumbre de que cuando  Pedro Martínez lanzaba, lo poníamos a todo dar en la portada.

Y un día, Cuchito me preguntó: ¿Franklin, y si Pedro tira un juego perfecto, a cuántas columnas tú lo pondras?

Al principio podía caer mal, pero al final, no.

Es decir, si le das 8 columnas al simple hecho que lanzaría, entonces tendrías que dar una doble página cuando gane el juego. Pero siempre lo hacía para enseñar. Una vez, me dijo algo que pudo verse duro, y a la hora me estaba llamando por teléfono.

No me localizó, pero a través de Bienvenido Alvarez, Director Ejecutivo de HOY, me hizo saber que ese señalamiento no era con ánimos de lastimar.

Y así lo entendí.

Me dolió mucho su muerte porque era como un padre y me ayudó a ser un mejor periodista.