Ayer tuve la fortuna de compartir durante dos horas con el gran Tom LaSorda.

Sentado silla, con silla, y ahí hablamos mucho.

Pero antes, debo decir que pude sentir el gran afecto que le tienen los peloteros dominicanos y las grandes figuras del béisbol.

Desde Pedro Martínez, Pedro Guerrero, Mariano Duncan, Rafael Avila, Patt Gillick, en fin, todo el mundo. LaSorda es visto como un gran propulsor del pelotero dominicano.

No sólo los apoyó en el terreno de juego, sino que siempre propició encuentros de hermandad, llevando eso, a que los jugadores lo vieran como un padre.

Dirigió en la Pelota Invernal de RD, y fue figura clave para que los grandes jugadores de los Dodgers vinieran al país. Tiene una carrera llena de éxitos. Ganó 2 Series Mundiales en 1981 y 1988. En el 88 fue ayudado por el jonrón memorable de Kirk Gibson, quien salió cojo y dio el palo para ganar.  Electo al Salón de la Fama. Dirigió a los Estados Unidos en los Juegos Olímpicos del 2000.