Asistí ayer en calidad de invitado especial a la última carrera de autos del año.

El autódromo Mobil 1 estuvo repleto de gente, y primó la gran organización en el lugar.

Pedro Esteva, el mentor del resurgir de la velocidad en RD, me dio un paseo por el lugar.

¡Y hasta di una vuelta a 250 kilómetros por hora, con el corazón en las manos!.

Me sentí como en un autódromo internancional, donde todo es de alta calidad.

Los carros, las gomas, las guaguas de cargar los autos,  los servicios de emergencia, las cabinas, y todo el personal que trabajaba para que todo saliera bien ayer.

 La tecnología supera cualquier época de la velocidad en RD.

Compartí con Kiko Cabrera, quien finalmente fue el campeón.

Hablé con Jacinto Peynado, quien dio las gracias a HOY por la gran cobertura.

Y conversé con Jorge Leroux, un joven muy decente y capaz en su profesión.

En un país de pelota, basket, un chin de boxeo, entre otras cosas, la velocidad saca la cabeza como un deporte de clase, calidad y que puede generar  interés.

Me alegra haber podido aportar un granito de arena, según me dijeron los organizadores.

¡Felicidades!