Impacto deportivo
Ver a José Lima en el atúd me provocó un fuerte dolor

<STRONG>Impacto deportivo<BR></STRONG>Ver a José Lima en el atúd me provocó un fuerte dolor

A las 4:30 de la tarde del sábado llegué al estadio Cibao de Santiago para despedir a José Lima.

Cumplí con mi promesa de asistir a su velorio porque realmente lo apreciaba mucho.

¿Qué vi? ¿Qué sentí?

En las afueras del estadio, mucha gente.

Guaguas, pancartas con las fotos de Lima y personas escuchando los temas que el propio lanzador cantaba.

Adentro, encontré mucha gente triste.

Para llegar al terreno de juego entré por donde no era, pero la seguridad me reconoció y me encaminó al montículo.

Vi a Chilote, Diloné, Polonia, Pappy Bisonó, Luichy, Tony Batista, Alberto Castillo, El Torito Héctor Acosta, Santana Martínez, Mickey Mena, Gerónimo Berroa, Quilvio Veras, en fin, a mucha gente.

Hice la fila y vi a Lima. Se me aguaron los ojos, todavía no acepto que alguien tan joven muera.

Luego, al menos 15 medios de Santiago, San Pedro de Macorís, San Francisco de Macoris, Moca, la Vega, la Capital y otros pueblos, me entrevistaron y a todos les dije casi lo mismo:

«Lima fue alguien especial, un jugador pintoresco y difícil de olvidar».

Un señor me dijo: «Cada fin de año, Lima me daba lo mío. Es decir, lo «boroneaba», ya que no era un tipo hambriento, como dicen en el pueblo. Había mucha juventud, y eso es apreciable, porque generalmente a la juventud no le gusta ir a velorios. Sentí un afecto sincero por Lima. No sólo porque era un pelotero bueno de las Aguilas, sino alguien que era extraordinario como persona. La grandeza de Lima realmente radicó en su don de gente, chistoso, cantante, declamador, le gustaba vestir bien, andar bien montado, en fin, vanidades que a nadie hace daño.

Su familia y amigos cercanos lloraron mucho, pero lo más importante es recordarlo con alegría.

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