Impacto neto del libre comercio con los EU

<p>Impacto neto del libre comercio con los EU</p>

POR ARTURO MARTÍNEZ M.
El gobierno hasta el momento no ha hecho un estimado de los beneficios y pérdidas del libre comercio con los Estados Unidos, me atrevo a decir que todo se ha hecho a la cieguita. Si existe un estimado se ha quedado engavetado, ninguna utilidad ha tenido; pero tampoco se conocen opiniones sustentadas de economistas y asociaciones de empresarios, al igual que el gobierno, se han limitado a emitir opiniones sin base, sin fundamento analítico, repitiendo que se crearán oportunidades pero sin decir el otro lado de la moneda, que también se perderán oportunidades.

En lo que sigue analizo algunos estimados que he realizado sobre el impacto neto del libre comercio con los Estados Unidos, con la esperanza de que el gobierno cumpla con su deber de divulgar lo que tiene, ó que gente del gobierno se anime y se atreva a decir lo contrario a lo que afirmo más adelante; el interés que tengo no es otro que despertar curiosidad, que se hable apoyado en evidencias estadísticas y en modelos económicos. Las opiniones sobre el libre comercio deben ser sustentables con datos analizados de manera rigurosa.

Los Estados Unidos tiene un ingreso por habitante de US$44 mil dólares y República Dominicana de US$3,039 dólares según datos para el 2005, por lo que desde el punto de vista del ingreso somos 14 veces más pobres. También significa que mientras tienen mucho que vendernos nosotros tenemos relativamente pocas cosas que ofertarles. Aumentaremos las importaciones desde los Estados Unido, el promedio actual de 50 por ciento del total importado con seguridad aumentará en el mismo corto plazo por efecto de la creación y desviación de comercio, afectando lo que todavía queda de estructura productiva en el país.

Difícilmente podrá aumentarse la de por sí alta concentración de lo que les vendemos, las estadísticas publicadas indican que del total exportado, y en promedio en las últimas décadas, a los Estados Unidos se vendió el 86 por ciento, pero además en las últimas décadas la composición de los productos que les vendimos cambió de manera radical. Mientras al final de la década de los ochenta del siglo pasado el 58 por ciento de lo que vendimos a los Estados Unidos estuvo representado por tabaco, azúcar, cacao, frutas y vegetales, la proporción se redujo a 13 por ciento en el 2004.

 Las zonas francas, que al final de la década de los ochenta también del siglo pasado exportaron US$800 millones, en el 2003 el valor fue de US$4,300 millones. Cualquier estimado que se haga, repito para el corto plazo, debe tener presente esa realidad y el hecho de que en los últimos dos años han colapsado por razones conocidas, por lo que resulta poco realista el supuesto de que podrán aumentar las ventas. Si tomamos en cuenta la opinión de Fernando Capellán, empresario de zona franca, de que aún hacen falta intensos cabildeos en Washington para que el libre comercio funcione y las zonas francas puedan beneficiarse, no estoy alejado de la realidad cuando digo que no debe pensarse en un aumento de las ventas en el corto plazo

Con esas estadísticas y ponderaciones en mente, tomando como base supuestos conservadores con relación a las elasticidades de importación y exportación desde República Dominicana hacia los Estados Unidos y viceversa, y apoyado en un modelo de equilibrio parcial, de los que se discuten en la literatura de libre comercio, estimé el impacto neto del libre comercio con los Estados Unidos.

El beneficio de corto plazo que tendrían los Estados Unidos sería un aumento de las importaciones de los dominicanos por US$400 millones y por desviación de comercio US$200 millones, ambos datos anuales. Las exportaciones totales de República Dominicana, considerando el deterioro de las zonas francas, deberían aumentar entre 5 y 15 por ciento, estamos hablando entre US$115 millones y US$345 millones, con una media de US$230 millones. Si tomamos la diferencia entre el aumento esperado de las exportaciones dominicanas (US$230 millones) y el aumento esperado de las importaciones (US$400 millones), se tiene que claramente en el corto plazo los Estados Unidos serían los ganadores con US$170 millones anuales, ganancia que representa el 27 por ciento, la cuarta parte, del aumento del comercio total, y eso es mucho. Si se cambian los supuestos sobre el valor de las elasticidades, para ser menos conservador, el impacto neto del libre comercio reporta datos peores para los dominicanos.

Si a lo anterior se agregan otras realidades: que la mayoría de los productos dominicanos de exportación desde hace tiempo entran a territorio norteamericano libre de impuestos; que exportamos productos de bajo valor agregado, elaborados por manos de obra relativamente barata (en comparación con el salario en los Estados Unidos) e importamos productos de alto valor agregado, el asunto es aún más delicado en razón de que la relación de términos de intercambio implica un deterioro en contra de los dominicanos, desde luego siempre en el corto plazo.

Y el consumidor dominicano, en el corto plazo, saldría ganando? Nuevamente, el gobierno y algunos repiten sin fundamento lo que señala la teoría, que el aumento de las importaciones de productos de superior calidad, liquidados en el país sin arancel ó con una reducción del arancel, reducirá el precio pagado por los consumidores, es decir, dan por un hecho el que todos nos vamos a beneficiar. Pero los que así opinan olvidan el supuesto detrás de la teoría: requiere que el gobierno no trate de aumentar sus recaudaciones con nuevas cargas impositivas ó aumentando tasas existentes.

Se sabe que para financiar sus gastos, principalmente los corrientes, el gobierno aumentó los impuestos desde que asumió el poder en agosto del 2004; empeoró la situación la tercera reforma tributaria de diciembre del 2006, que además de elevar los impuestos, dio poderes extraordinarios a la DGII; en la actualidad ambas se aplican al mismo tiempo, me refiero al aumento de la tasa impositiva interna y a la presión de la DGII, lo que actuaría en contra de la esperada rebaja de precios. Si la rebaja de precios se queda sólo como un deseo, el culpable no es otro que el gobierno, que por su conocida voracidad fiscal obligaría a empresarios auto-compensarse por los excesivos impuestos pagados.

Por lo anterior, es urgente que el gobierno lance un programa para dar nueva vida a las empresas pequeñas y medianas en todo el país; que aumente el gasto en entrenamiento y educación; que defina la transformación de los pequeños y medianos negocios como un objetivo de Estado, porque si queremos cambiar los resultados, pasar de perdedores a ganadores,  debemos producir bienes con valor agregado.

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