Lo cierto es que el proceso comenzado en China hace poco más de 40 años se renueva permanentemente a un ritmo ininterrumpido de modernización económica que alcanza lo social, político y hasta lo cultural.
Ahora, el énfasis es un crecimiento de calidad, con mayor efecto social. En los próximos 25 años, hacia el centenario de la República, el enfoque es alinearse con los más altos estándares internacionales y dar a toda la población un mayor disfrute de confort.
El país no solo ha alcanzado un impresionante nivel de desarrollo productivo, científico y técnico, sino que, sustentado en ello, crea permanentemente, elevados niveles de bienestar social proceso que, en verdad, con altas y bajas, comenzó incluso antes del despegue de las reformas y apertura en 1978. En 1950 el 88% de una población de 575 millones de habitantes vivía en condiciones extremas de pobreza; en 1978 había descendido al 40% y hoy, con 1412 millones de ciudadanos, ha eliminado la pobreza extrema y, según el Banco Mundial, la pobreza en general es de unos 10 millones de individuos.
En 1950 la esperanza de vida en China era de 35 años -en EEUU y Europa era de 68 y 63,8, respectivamente-, hoy las instituciones internacionales les adjudican a los chinos 78,8 años y a EEUU 77,93. El incremento de salud china no tiene parangón en la historia. Beijing destinó en 2022 el 8,91% del PIB a salud y el 10,50% a educación. Los resultados son tangibles. La tasa de mortalidad materna cayó desde 26,1 por cien mil habitantes en 2012 a 16,1 en 2021. A su vez, la tasa de mortalidad por cada mil niños nacidos vivos en 2023 fue de 4,5%, de las mejores del mundo junto a Japón, Cuba y un reducido puñado más.
En 1952 la producción total de cereales fue de 163,92 millones de toneladas, en 2023 alcanzó 650 millones, por noveno año. La reforma agraria catapultó la producción y contribuyó a la eliminación de la pobreza. Mientras que en 1978 solo 17,9% de la población habitaba las ciudades, hoy la urbanización llega al 60% en ciudades impresionantes. De enero a junio de 2024 se crearon 7 millones de empleos urbanos.
El “fenómeno” chino no es sólo económico, es también social, con un modelo de desarrollo esencialmente inclusivo, coherente con la Iniciativa de un Desarrollo Global.