Las élites y las clases medias del poder capitaleño lo han recibido todo. No necesitan planes urbanísticos, pues sus proyectos de ciudad viven en la voluntad del Palacio Nacional. Le construyen trenes sin estrategia de movilidad urbana; le invierten en cañadas como Güajimía y La Barquita, sin conocer toda su cuenca hidrográfica y ahora restauran la ciudad colonial con poca concurrencia institucional y participación social. El derrumbe del hotel Francés, más que un catastrófico accidente, expresa un ejemplo dramático del estilo verticalista capitaleño.
Qué bueno que suceda porque este colapso del hotel Francés es la caída estrepitosa del inmediatismo de muchos capitaleños que creen que toda inversión urbana es buena por naturaleza. Suponen que sólo con ideas, maquetas y planos se resuelve una obra y especulan que la ciudad se construye nada más con arquitectura. Gracias a Dios que no hubo víctimas humanas que lamentar, pero el país y sobre todo los planificadores territoriales reclamamos que salga a la luz la “especialísima” metodología empleada.
Se filtró que el CODIA no se involucró protagónicamente ni tampoco el ICOMOS. Si los comerciantes de la ciudad colonial reclaman, se entiende que no fueron consultados. Incluso en conferencias en las que he sido invitado a la capital para exponer sobre planificación estratégica, advertí el equipo de Patrimonio del Ministerio de Cultura, órgano rector del tema, gimoteando la misma exclusión.
Académicos a nivel de PHd de varias asociaciones internacionales de arqueólogos también son críticos. El asunto es grave, pues los medios reportan que los habitantes de estructuras vecinas al hotel Francés y de todo el entorno, “solicitaron que se les tome en cuenta”.
El Ministerio de Turismo nunca debió asumir la gestión de este proyecto. No le compete esta función. Al menos la obra debió tener la rectoría de Cultura y Obras Públicas, y asimismo del Ayuntamiento del Distrito, investido por la Ley 176-07, Artículo 19 de preservar el patrimonio. Este proyecto tiene financiamiento de 29,7 millones de dólares del BID, y fue planificado por expertos. Muchos peritos de oficina tenían esbozado un supuesto plan de mitigación socio ambiental y arqueológico.
Ildefonso Cerdá utilizó el término “urbanización” partiendo del concepto de “Urbs”. Los romanos entendían la Urbs como lo que se encontraba en el interior del círculo limitado por el surco que abrían los bueyes en un acto de gran trascendencia simbólica que la ciudadanía romana realizaba para convertir un territorio concreto en un espacio habitable. Urbanismo son los actos tendentes al agrupamiento de edificaciones y grupos humanos. Orienta un conjunto de doctrinas que deben aplicarse para que edificación, agrupamiento y ciudadanía, lejos de desvirtuar las facultades físicas, morales y mentales de los seres humanos, contribuya a fomentar su desarrollo.
Para acrecentar el bienestar ciudadano, el urbanismo es una “sumatoria” subraya el CIDEU, que tiene la facultad de concretar lo que se denomina “felicidad pública”. Esas son las razones que intitulan de “imperdonables” los improvisados urbanistas turísticos de Santo Domingo.