Implantes literarios

Implantes literarios

La lengua es el receptáculo de las humanidades; el literato, al “portar” la lengua, nos contagia de humanidades. La dureza y la insensibilidad del hombre de hoy no será “subsanada” con tecnología “de punta”, ni con la mal llamada “educación en valores”. En cambio, la literatura es una bacteria axiológica “de transmisión textual”. El descreimiento general de nuestra época, no se debe solamente a la mala conducta de clérigos y políticos; la desacralización tiene raíces más hondas, conectadas -claro está- con la Ilustración, pero también con las formas de producción económica y la superpoblación de las ciudades. El teólogo “de calle” tenía que ser “urbano”, puesto que nuestras ciudades han llegado a ser torres de Babel y réplicas de Sodoma y Gomorra.
Ahora están de moda los implantes dentales. No sé cómo se instalan en la boca de los pacientes. Pienso que se trata de un tornillo que penetra en el hueso del maxilar, sobre el cual se apoya el diente artificial. Estos procedimientos de prótesis, restauran la sonrisa y la confianza de los desdentados del mundo. Me parece que las principales avenidas de la ciudad deberían lucir “implantes literarios” en el pavimento, sean en bronce o en materiales fosforescentes que puedan leerse de noche, con versos de Machado, Neruda, Mieses Burgos, Del Cabral o Pedro Mir. Los alcaldes podrían colocar “vallas publicitarias”, bien ilustradas, con frases de Cervantes, Tolstoi, Unamuno.
Los conductores de vehículos no sólo leerían anuncios comerciales; tendrían aforismos, pensamientos universales, versos preñados de belleza y sentido humano. No estacione, no pise la grama, prohibido el paso, no toque bocina, silencio, hospital, son letreros usuales en las ciudades de cualquier país. Los nuevos textos de esta “señaletica” literaria y humanística, cumplirían un papel civilizador, salutífero para los habitantes de nuestros “pequeños infiernos” urbanos.
En escuelas primarias, en la radio y en televisión, podrían llevarse a cabo planes semejantes, a fin de que los jóvenes, una vez alfabetizados, alcancen por nuevas vías la poesía, las humanidades, el sentimiento de pertenencia a su comunidad. La literatura transmite valores y comprensión general en un contexto determinado. El teólogo “de calle” insiste: Dios es el poder de cohesión que impide la disolución de la raza humana.

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