Desde un punto de vista, si se quiere equivocado, la mayoría de los ciudadanos esperan que los gobiernos, de forma paternalista, les solucionen sus problemas.
Esto representa la gran ilusión y la gran esperanza. Esperanzas e ilusiones que muchas veces se han visto frustradas por la incapacidad de los gobiernos a resolver los problemas y cumplir las promesas. Pero la gente mide.
Entre las funciones básicas de los gobiernos una de las más importantes es servir. Por esa razón, a los funcionarios se les define como servidores públicos. Pero la medición de una determinada forma de gobierno no puede sustentarse únicamente en los apetitos desordenados de grupos o personas, bajo el criterio de que el hombre es salvaje por naturaleza.
Debe ser hecha en función de la satisfacción de las necesidades humanas de todos o las mayorías.
Según algunos teóricos, a medida que crecen y se agigantan los gobiernos se corre el peligro de hacerse ineficientes. En tal virtud, recomiendan fortalecer los gobiernos a nivel comunitario.
Con el objetivo de descentralizar los servicios y volverlos eficientes. Abandonar el concepto de comunidad nacional por considerarlo una entelequia, y aplicar el concepto de comunidades locales y regionales como mecanismo para recuperar los poderes de servicio, control y atención.
Pero hay un aspecto que pasan por alto, porque si decidir, controlar y servir son importantes funciones de los gobiernos, producir es determinante. Pues para estructuras parecidas a las que abundan en Latinoamérica, en las cuales muchos gobiernos se suponen ser los dueños de los medios de producción o por lo menos tienen gran influencia, esta función se torna prioritaria.
Porque de alguna manera los gobiernos se asemejan a una gran empresa controlada mediante el sistema de planeación impositiva a nivel central.
Todavía persiste la tendencia en algunos países a manejar y controlar determinados sectores de producción. Principalmente las empresas constituidas para prestar servicios públicos.
Pero hay proyectos de tal magnitud que en muchos casos se han requerido la intervención privada bajo el control y coordinación del Estado.
Sin embargo, estos procesos requieren y ameritan una revisión a fondo sobre dichos planteamientos. Deben ser materia de análisis y debates pues es absolutamente necesario que exista verdadera conciencia y conocimiento cabal de lo que se quiere. Hacia donde conducen esos propósitos. Sus consecuencias a mediano y largo plazo.
Medir si los gobiernos han operado como agentes de la democracia y son eficientes, requiere evaluar su crecimiento, su extensión y ver hasta qué punto han sido capaces de cumplir sus funciones básicas en todo el territorio nacional.
Porque como ocurre con frecuencia, debido a dificultades geográficas, de salud, climatológicas, carencia de recursos o aplicación de políticas equivocadas, las acciones de control y de servicios se tornan deficientes. Sobre todo en las áreas alejadas de las grandes ciudades.
Para que la medición o evaluación de los gobiernos resulten buenas y positivas, lo esencial es producir, planificar y que todos los sectores, incluyendo la gente común, asimilen hacia donde van encaminados esos proyectos. Con transparencia y eficiencia en su aplicación.