Lo más preocupante de la corrupción es la impunidad
Atendiendo una gentil invitación del doctor Franklyn García Fermín, ministro de Educación Superior Ciencia y Tecnología (MESCYT), asistimos a la conferencia que bajo el tíutulo “Importancia de la ética en el sistema de la educación superior como mecanismo de prevención de la corrupción en los sectores público y privado” pronunciara en el Auditorio Aida Cartagena, de la Biblioteca Nacional, el pasado jueves 15 de abril, la doctora Milagros Ortiz Bosch, directora general de Ética e Integración Gubernamental.
Tal como lo confesara ante el micrófono la doctora Ortiz Bosch: “A mí no me gusta leer documento ante un público que me escucha, sino conversar con él, mirarle a los ojos, ver su rostro, penetrarme en su sentir y, sin mayores detalles, la conferencia se convertiría en una “cátedra magistral” tal fuera definida con acierto al cierre de su disertación, haciendo galas de su verbo enardecido, su memoria prodigiosa y su condición de maestra y educadora, solo interrumpida por las cascadas de aplausos que como lluvia bendecida brotaban del selecto público que, a casa llena, abarrotaba el escenario.
Nadie puede hablar de moral y de ética si no ha llevado durante su vida una conducta trasparente, ejemplar.
¿Por qué acudir a la moral y a la ética? “Porque la ética es la parte de la filosofía que trata de la moral y las obligaciones del hombre; ciencia que, de manera rigurosa, orienta las actuaciones del individuo”. (José Silié Gatén) El fundamento de la ética es abordado por Aristóteles (384 a C) para esclarecer lo justo de lo injusto: “Todo lo que es justo es legal y todo lo que es legal debe ser justo para ser legítimo.
Lo injusto es quien actúa contra las leyes, exige más de lo que le corresponde y quiere introducir la desigualdad entre los hombres”. El profesor Pedro Muñoz Amato, señala: “Hay países donde el ambiente cultural no ofrece con- diciones favorables para que el Gobierno sea honrado y eficiente.
Se practican impunemente el soborno, la malversación de fondos, y otras formas de corrupción administrativa y no existe en la sociedad consenso de desaprobación suficientemente articulado e intenso para poner coto a esas irregularidades”. La sociedad dominicana vive actualmente ese drama.
Pero lo más preocupante de la corrupción es la impunidad. La forma como ha podido penetrar y ser admitida.
La manera cómplice como se introduce y se extiende ramificada y organizada estructuralmente en los organismos del Gobierno, constituyendo una red casi infranqueable permeando las instituciones de derecho público y los diferentes estratos sociales, de los que no escapan notables miembros de la pequeña y poderosa oligarquía a la que deben sumarse los “nuevos ricos.”