La Iglesia tiene más de dos mil años y ha relevado más de 265 Papas, y además ha retirado o reemplazado miles de obispos, párrocos, etc. Pero la Iglesia ha sabido manejar esos cambios y se distingue por su forma de elegir sus sucesores y sin embargo los pueblos que dicen ser ejemplo de democracia han estado como ausentes al hacer los relevos de sus políticos. ¡Qué pena!

Aquí en República Dominicana, el relevo político no existe, sus dirigentes todos se creen vitalicios, pero la Iglesia en su historia sólo ha sido vitalicio el Papado y la figura del Sucesor de Pedro ha tenido carácter vitalicio, entonces por qué si nuestro Juan Pablo Duarte no fue vitalicio, los hombres dominicanos entregados a la política hacen esfuerzos por permanecer vigentes hasta su muerte.

Es necesario que se ponga a tono, y tomen el ejemplo de la Iglesia y entiendan que la juventud es la llamada a sucederles, pues si no lo acaban de entender, la República va a morir, cuando a ellos les llegue su muerte biológica.

Acaben de aprender a conocer el derecho de la juventud a sentirse necesaria e imprescindible para sustituir a los que hasta ahora no han sabido conducir a cabalidad los destinos de República Dominicana, pues ya su tiempo pasó y las fuerzas de la juventud es la única en salvar al país en estos momentos de su historia. Aprendan por fin a renunciar.

Es importante que los que ya cumplieron su misión, les dejen el campo libre a los jóvenes que se han preparado para ofrecernos una vida mejor.

Que acaben de aprender nuestros políticos de nuestro Señor Jesús Cristo, que a través de su Iglesia escoge a sus dirigentes más sabios.