Importancia estratégica del Gran Caribe para RD

Importancia estratégica del Gran Caribe para RD

EDUARDO KLINGER PEVIDA
El conjunto de países que conforman el núcleo geopolítico denominado como «Gran Caribe» y que comprende a todas las islas de la región, a los países de América Central, a las naciones y territorios que se encuentran en la costa norte de Sudamérica (Colombia, Venezuela, Guyana, Suriname y la Guyana Francesa) y a México, son de gran importancia estratégica tanto desde los puntos de vista de su seguridad como de las perspectivas de desarrollo de la República Dominicana.

Ya con las naciones centroamericanas se había firmado un Acuerdo de Libre Comercio en 1998, que ha tenido un impacto aceptable en las exportaciones de esos países del Istmo hacia este país pero no un resultado equivalente en las exportaciones quisqueyanas hacia aquella subregión.

¿La razón?. El empresariado dominicano no le prestó la debida atención a las potencialidades centroamericanas. Ahora se encuentra vigente el DR.   CAFTA y parecería que los dominicanos están más conscientes de que el mercado de ese conjunto de economías ofrece apetitosas posibilidades.

Venezuela y México constituyen suministradores vitales de la energía (Acuerdo de San José) que se consume en el país,   sobretodo Venezuela, mediante Petrocaribe,   en tanto con Colombia se viene registrando un creciente comercio cuya balanza, hasta ahora, se inclina favorablemente hacia ella.

Trinidad-Tobago, rica en petróleo y gas, está exportando alrededor de 400 millones de dólares a la economía dominicana, especialmente de gas y productos de la petroquímica.

Sin embargo, resulta evidente que el país está muy lejos de estar explotando todo el potencial que le ofrece la región. El nivel de exportaciones dominicanos es mínimo y las posibilidades son altas.

Décadas atrás la República Dominicana era considerada «el granero del Caribe» pero de ello casi nadie se acuerda y a pesar de que instituciones como el CEI   RD y la Oficina local de Caribbean Export hacen mucho por incentivar el comercio hacia el Caribe insular, particularmente, son pocos los que ya están comprendiendo que sus potencialidades se encuentran ahí. Muchos más siguen padeciendo de su «tortícolis norteña» y se obsesionan exclusivamente con el mercado norteamericano, limitándose a sí mismos a identificar otras posibilidades.

Las naciones que integran el CARICOM comprenden, para no distorsionar el análisis no vamos a incluir a Haití, que es miembro pleno de ese organismo, alrededor de siete millones de personas y varias decenas de millones de turistas. Por sus características geopolíticas dependen en alta medida de las importaciones para satisfacer los requerimientos y necesidades del turismo, incluyendo alimentos. Unos siete mil millones de dólares en productos alimenticios importan cada año para hacer frente a sus necesidades.

Una buena parte de esa demanda podría ser atendida por la economía dominicana, pero para ello hay que trabajar en esa dirección. Las condiciones de la geografía dominicana le permiten poder estructurar una oferta bien amplia de productos agropecuarios   y trabajar también en el desarrollo de una gran agroindustria  . República Dominicana puede ofrecer una canasta estratégica para esas economías en términos de calidad y competitividad.

Incluso, cuando Caribbean Export patrocina la participación de artesanos dominicanos en la Feria de Artesanía del CARICOM cada año, el éxito es extraordinario. Otro importante filón comercial a explotar.

El acuerdo de suministro petrolero con Venezuela incluye la posibilidad de que el país le exporte, con cargo a la factura petrolera, habichuelas negras; una extraordinaria oportunidad para los cosecheros de San Juan de la Maguana. ¿En que está eso, qué se está haciendo?.

Con Haití hay que seguir explorando potencialidades. Una buena parte del proceso de recuperación y reanimación haitiano debe tener un impacto comercial relevante en la economía dominicana. No nos horroricemos. Es responsabilidad de las autoridades garantizar que ello no tenga un efecto nocivo en los flujos migratorios. Los temores no deben, ni pueden, limitar nichos sumamente atractivos para el sector privado nacional.

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