¡Imposible callar!

¡Imposible callar!

Tengo el corazón destrozado. Mi cariño y respeto hacia Delio, a quien he tratado en la máxima intimidad desde que pisó tierra dominicana por segunda vez (la primera fue como guerrillero en 1959) clama porque me quede callado, pero mi compromiso con una juventud que recién despierta a los gritos libertarios y de protesta me obligan a escribir estas cortas palabras.

No creo que palabras y actitudes de revolucionario o personalidad alguna haya producido un impacto más negativo como las palabras de mi amigo Delio, Héroe de la República Dominicana, Comandante de la Revolución Cubana y revolucionario ejemplar durante toda su vida, pronunciadas en un acto vergonzoso para apoyar a quien no merece más que el escarnio público. La presencia de personajes que en las últimas décadas rindieron su vergüenza y honor, y decidieron “pasarle factura al país” por sus “servicios” no me sorprende; hace tiempo que estos reposan en el zafacón de la historia.

Pero Delio es, desde que lo conozco, un revolucionario en todas las manifestaciones de vida, y es totalmente injustificable que se haya sumado a ese grupo y que haya pronunciado esas palabras que han herido en lo más profundo a lo mejor de nuestro pueblo.

Delio fue joven, y desde joven asumió la más consecuente actitud ante el pueblo cubano y dominicano (siguiendo la tradición de Hatuey, Martí, Maceo, Máximo Gómez), poniendo su vida y sus capacidades al servicio de la más excelsa de las causas: la de la liberación de Cuba, Santo Domingo y la humanidad.

Esa juventud del espíritu, en las ideas y el compromiso estuvo presente en mi amigo Delio hasta el último día en que estuve con él, tan sólo un mes atrás. ¿Cómo explicarle al pueblo dominicano, en especial a la juventud que hoy se levanta contra Leonel y su corporación, ese cambio? ¿Cómo explicar que Delio Gómez Ochoa comparta tribuna con una serie de renegados, que viven de cobrarle a la patria los supuestos “sacrificios” que han hecho por ella?

No me toca hablar por Delio. El revolucionario cubano le debe una explicación al pueblo y a la juventud que lo acogió con el corazón y que se inspiró en él para alimentar sus rebeldías y sueños de juventud. Insisto: Le toca a Delio explicar su conducta.

Él sabe tan bien como yo que el revolucionario, cuando es verdadero, no claudica en ninguna circunstancia; que ese revolucionario sabe muy bien que su existencia está determinada, incondicionalmente, al servicio de sus pueblos (cubano y dominicano) y a la causa de la liberación de la humanidad.

A Leonel y su corporación: ¡Ustedes no tienen nada que decir en este diálogo entre hombres y mujeres de una moral opuesta a la que ustedes practican! 

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