¡Imposible creer que no es persecución!

¡Imposible creer que no es persecución!

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
La misma Junta Central Electoral que no puede monitorear el uso de los recursos públicos en las campañas electorales, porque necesitaría una legión de inspectores, según han dicho sus directivos, es la JCE que dispone de inspectores para investigar un pasado tan remoto de más de 40 años de una dominicana de padres haitianos que siente como deber y como vocación luchar por los derechos de los ciudadanos que proceden de la patria de sus progenitores. Esta contradicción es difícil de comprender porque sencillamente es incomprensible, es incoherente, inconexa, casi absurda.

Pareciera que es verdad aquello de que aquí las leyes se hacen con la intención manifiesta de no cumplirlas, pero sí para tenerlas a disposición para aplicarlas a los enemigos cuando fuere necesario o conveniente.

Al presidente de la Junta Central Electoral parece preocuparle que pueda creerse, dentro y fuera del país, que las indagaciones que ese organismo hace de los orígenes de la señora Sonia Pierre sea parte de una persecución en su contra. Bueno, es muy difícil creer lo contrario. Porque se trata de una activista que promueve el cumplimiento de los derechos a que son acreedores los haitianos. Se trata de una mujer que ha estado en la mirilla de unas élites antihaitianas a su manera y a su conveniencia, como lo señala la historia; una mujer que procede de los bateyes, que conoce en carne propio los sufrimientos de su grupo étnico, pero una mujer que es ampliamente respetada y que ha sido galardonada y reconocida dentro y fuera del país por la verticalidad de su lucha.

Digo que se trata de un antihaitianismo conveniente porque desde finales del siglo 19 las élites económicas del país han promovido la inmigración haitiana para resolver problemas de costos de la industria azucarera, primero, y luego para disponer de una mano de obra que es escasa en las plantaciones de cacao y café, en arroz y en otros cultivos, y luego posteriormente la estratégica industria de la construcción.

Estemos claros: si los dominicanos continúan desafiando el mar para alcanzar las playas de Puerto Rico en busca de trabajo, es porque en la vecina isla hay un mercado laboral que los necesita y los absorbe. Vuelvo a citar el testimonio que nos dio el distinguido director de El Nuevo Día, Carlos Castañeda (ya fallecido) en los años 80, quien nos contó que en Puerto Rico no había sido posible terminar importantes carreteras porque no había mano de obra. Hasta que los obreros dominicanos no la terminaron permanecieron a medio hacer. Lo mismo está ocurriendo aquí. Quien lo dude que se dé una vuelta por la construcción del Metro, por ejemplo. O por las grandes torres en construcción, o por las zonas turísticas donde se levantan monumentales hoteles.

Los dos últimos presidentes de la República que hemos tenido le han dicho a los dominicanos residentes en Estados Unidos que adquieran la ciudadanía norteamericana para que puedan disfrutar de todos los derechos que el sistema les acuerda, pero aquí nos ponemos como el diablo cuando un haitiano reclama mejores tratos. Nos felicitamos porque Espaillat y Linares ocupan posiciones de liderazgo en Estados Unidos y luchan a favor de los dominicanos, pero aquí no queremos que se haga igual por los haitianos.

Terminamos estas notas diciendo que la persecución contra Sonia Pierre es una metida de pata por la que el país pagará caro en el exterior. Más todavía: es a todas luces una selección intencional que revela sus motivaciones, porque aquí hay millones de dominicanos hijos de árabes, españoles, cocolos y puertorriqueños, principalmente, que hoy son dominicanos solo en razón del jus soli, porque sus padres nunca se nacionalizaron ni las autoridades se lo exigieron.  Y ninguna autoridad, que se sepa, les ha molestado.

bavegado@yahoo.com

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