Impotencia social estimulada por lo ilegal

Impotencia social estimulada por lo ilegal

Un manto de impotencia arropa a los dominicanos, que azotados por la delincuencia y la corrupción, se han vuelto indiferentes a todo los que ocurre en nuestros alrededores frente a tantos hechos delictivos, que en otras condiciones conmovería y sacudirían los cimientos de la sociedad.

Esa impotencia, ante la concepción y aceptación de que los delitos son premiados, y por tanto, los delincuentes son ahora los símbolos de los nuevos paradigmas, en que todos queremos participar, ya que el brillo y los oropeles que traen apareados tales ocurrencias, estimula a que muchos busquen los medios para llegar al disfrute de los bienes terrenales.

Cayendo en el limbo de la impotencia, se crean situaciones muy particulares, que no solo es un fenómeno dominicano, sino que las sociedades en casi todos los países atraviesan el proceso de desmoronamiento moral, en donde conviven apareados lo moralmente correcto con su opuesto.

Las riquezas, disfrutándose en casi todos los países desde hace 20 años, después del derrumbe del comunismo a finales de la década del 80 y principios de la siguiente del siglo pasado, estimularon la libre empresa, la liberalización de los sistemas económicos y políticos e indujo a la globalización.

Pese a las crisis recurrentes de la globalización, ésta es por la cual se incita a las naciones a no despegarse del sistema de un capitalismo sin frenos, estimulando, lícita o ilícitamente, a que nos enrolemos para disfrutar de los placeres hedonistas de la vida.

Pero ese sentimiento generalizado de impotencia, encierra un germen muy peligroso para la futura estabilidad, ya que en esa aparente conformidad, ante la voracidad de los delincuentes, políticos, narcotraficantes, etcétera, podría estimular el surgimiento de quienes, imbuidos de un mesianismo redentorista, atraigan a toda una muchedumbre de desanimados, sin fe en el futuro, para embarcarse en aventuras, que casi por lo general salen más costosas para las sociedades, que entusiasmadas creían que se sacudirían de la impotencia ante tanta maldad acumulada que ahogan a los pueblos.

Y los casos de naciones que han caído en la impotencia, arrojándose en brazos del primer redentor que les diga que va a cambiar el sistema imperante, encontrando una enorme adhesión popular, pero en poco tiempo se derrumban las ilusiones. Ahora hay países que han caído en un nefasto populismo, empobreciéndose, otrora eran naciones ricas y con grandes recursos, que ahora son distribuidos a otras naciones a nombre de una hermandad hemisférica de curioso color y objetivos.

Ese es el gran peligro de la sensación de impotencia que poco a poco se va adueñando del espíritu de los dominicanos, que ven crecer en su alrededor toda clase de problemas sociales y morales.

Ya casi ningún acontecimiento conmueve los sentimientos, cualquiera fuera su origen, desde los crímenes más horrendos cometidos por los sicarios, o los vídeos pornográficos al alcance de todos, o las aspiraciones de personajes que ya una vez hundieron al país, o el descubrimiento de los hechos más increíbles en el negocio de las drogas, o los engaños con sofismas de los funcionarios para ocultar sus ambiciones o sus errores.

 Y la impotencia crece frente a un estado de cosas que no nos conduce por el mejor camino del desarrollo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas