IMPRENTA E INTERNET: LAS GRANDES ERAS  DE LA HISTORIA

IMPRENTA E INTERNET: LAS GRANDES ERAS  DE LA HISTORIA

Diversas han sido  las  periodizaciones  de la Historia. Se  han  multiplicado  también los  momentos  estelares del  proceso  civilizatorio. En  los   textos  académicos se habla de etapas: Prehistoria, Antigua, Edad Media, Edad  Moderna y Edad  Contemporánea.  Y sobresalen  las  civilizaciones  clásicas: la Grecia  de los  filósofos  y  grandes  pensadores, la  Roma  de  los  Césares,  el   derecho  y el   teatro, la  Mesopotamia de la infancia  de la  escritura  y  el  Estado; el  historial de India, China,  Persia,  las  legendarias  campañas  de  Alejandro…

En  cierta  medida, la historia de las  religiones es la  historia  de la  humanidad. Pero  solo  es  dable  al   cristianismo la  hegemonía  y  la  síntesis del  proceso   social  de  Occidente, con  proyección planetaria.

No hay consenso sobre  la periodización  de  los  procesos sociales.  Peter Drucker, el conocido  analista de   la  nueva   gerencia  en los  negocios y en  las instituciones, así como en destacar el rol de la  información y el conocimiento   en los  cambios  mundiales  de las  últimas  décadas,  reflexiona:

“Cada  pocos centenares de   años  ocurre  en la  historia de  Occidente  una  notable  transformación. Cruzamos lo que   en  un  libro  anterior  (Las  realidades,  1989) llamé  una  “divisoria”.  En  el  término  de pocos  decenios, la  sociedad  se   reacomoda –en  su visión  mundial,  en sus  valores  básicos, en  su  estructura   social y  política,  en sus  artes, en sus  instituciones clave. Cincuenta años  después hay  un mundo nuevo. Y  las  personas que  nacen  entonces no  pueden  siquiera  imaginar el  mundo  en que  vivieron sus  abuelos y  en que nacieron  sus  propios padres.

“Vivimos  una  transformación de este  tipo que está  creando la  sociedad postcapitalista. (…)”. (Drucker, Peter.  La  sociedad  postcapitalista. Grupo Editorial  Norma, Bogotá, Colombia, 2004, p. 1).

Y   expone  su  propuesta: a)Una  transformación que sitúa en el  siglo XIII, “centrada  en  la  nueva  ciudad, con la aparición de los  gremios  urbanos como nuevos grupos  dominantes  de la  sociedad”. b) La  siguiente  ocurre  doscientos  años  después, en el siglo  XV: entre  los  sesenta  años que  van  desde la  invención  de Gutenberg de tipos  móviles para  imprimir y  la  aparición  del libro  impreso,  y  la  Reforma  protestante  de Lutero en 1517; c)La  otra   comenzó   en  1776,  el año  de la   Revolución  estadounidense, cuando James   Watt perfeccionó la  máquina de  vapor  y  Adam Smith  publicó La  riqueza de las naciones, y  terminó cuarenta  años  después, en  Waterloo,  con la  derrota de   Napoleón,  en  1815, y  d) Vivimos    actualmente un nuevo  período de  transformación, no limitada  a  Occidente, sino   a toda  la  historia   universal. (Ibid., pp. 1-3).

Aunque   Drucker  considera  que  el inicio  de esta  nueva  etapa podría estar,  por un lado,  hacia  1960, con  el  surgimiento de Japón como  primer   país  no  europeo (o  de  origen no  europeo, habría  pretendido  decir) convertido  en una  gran  potencia económica, y por  otro,  con el invento  del computador,  cuando   la  información se hizo    central;  su  propuesta  de  comienzo de la  nueva  época la  sitúa  con  la  Declaración de los  Derechos de los  Veteranos Norteamericanos después de la   Segunda  Guerra Mundial, que  les  dio   a  los  soldados que  regresaban de los  frentes  de  batalla el  dinero para  asistir   a  la  universidad.  (Ibid., pp. 3).

En  2007,  la  V Conferencia   General del  Episcopado Latinoamericano  y del  Caribe, celebrada desde el 13 al 31  de  mayo,  en  Aparecida,  Brasil,  con la  presencia  del  papa  Benedicto  XVI,  proclamó  que  “Vivimos  un   cambio  de época cuyo  nivel más  profundo  es el cultural”.

Los   acontecimientos producidos  a  través de  la  historia pueden ser considerados  como  frontera  de  estadios  o momentos  estelares  del   decurso  social,  según  la  visión  ideológica,  política  o  filosófica de   los  estudiosos que  los  señalen. Difícilmente  se  establezcan consensos.

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