Impresionante exposición de Raquel Paiewonsky

Impresionante exposición de Raquel Paiewonsky

“Tanto en pintura como en escultura, como en fotografía, instalación y dibujo, las artistas tuvieron un rol estelar en el panorama artístico dominicano, con una significativa presencia, quizás la mayor que se registró en la segunda mitad del siglo XX”, afirma Carlos Acero en un brillante ensayo acerca de  Raquel Paiewonsky, premonitorio hace siete años de una carrera exitosa e impactante desde sus inicios.   Cada vez que  esa  creadora  puertoplateña  expone colectiva o individualmente se destaca por su coraje y personalidad.

Dos escenarios.  Hoy tenemos dos oportunidades para apreciar su lenguaje, en el marco del proyecto Quintapata y el Centro Cul tural de España, y en su muestra personal del Museo de Arte Moderno.

La exposición está montada en el sótano de la institución y la museografía, discreta y eficaz, invita a descubrir cada pieza de un conjunto, a la vez impulsivo y meditado.       Si bien es cierto que Raquel Paiewonsky explora el mundo en que, desde tiempos inmemoriales, la mirada y autoridad masculina ha encerrado a la mujer.

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Interpretación

Queremos,  puntualizar que, al igual que su polivalente expresión plástica, el concepto y la interpretación impresionan de inmediato, pero demandan del contemplador una sensibilidad y una inteligencia, en comunicación con la sensibilidad y la inteligencia de la autora.  De lo contrario, él pasará al lado del dramático mensaje, no comprenderá nada y  no accederá a la fruición de la obra.

Marianne de Tolentino

Queremos enfatizar un aspecto ideológico que, por cierto, comparte con sus “hermanas” Belkis Ramírez e Inés Tolentino, tan o más importante que lo formal… aunque justamente es por esa pulcritud y calidad técnica que la reflexión llega con agudeza y que el espectador inteligente piensa la obra.

Lógicamente Raquel Paiewonsky, en su exhaustiva temática, parte del embarazo y la lactancia, hasta los frutos de la maternidad. Ella, como muchos de nosotros, se conduele de una precocidad –a veces inducida por la misma madre, hasta con buenas intenciones…–  , destruye los valores y el crecimiento propios de la niñez, y contribuye a convertir a las “lolitas”, cada vez más jóvenes en víctimas de los demás y de sí mismas. Para esas cuasi  infantas, se trata en buena medida de un juego más, ¡pero con consecuencias irreparables!  Paiewonsky, madre ejemplar y dedicada, ama a la niñez y cree en ella, semillero de la humanidad futura. Ella lo dice magistralmente en su serie fotográfica de Quintapata, en imágenes fijas y en movimiento, expresando real y metafóricamente, con un performance lúdico que encantó a los pequeños, que esos retoñitos son la esperanza para un mundo degradado. Muy finamente, ella realiza una obra ecológica, asociando a hombre y naturaleza. Ojalá algunos perversos no crean asistir al enterramiento de unos niños, pero no creemos que la imbecilidad y la envidia lleguen a este punto.  La artista, en la muestra del MAM, deslumbra con la riqueza de sus medios de “comunicación”. Excelente dibujante, diestra fotógrafa, “performancera” implícita, artista conceptual, escultora metamórfica –tal vez más que instaladora–, constructora… y modista aún, ella multiplica las visiones del cuerpo (absolutamente) femenino. Cuando nos referimos a la sacralización es porque Raquel enfoca la anatomía de la mujer, y particularmente los senos, a manera de una verdadera idolatría. Si hay sensualidad, el erotismo no domina. Son los senos, alargados  por la lactancia, mestizos, multicolores aún, que hasta derraman el precioso líquido. Ella  los muraliza en Quintapata y en la muestra “Re-Vuelta” (excelente título polisémico) instrumenta con ellos una nueva y monstruosa Venus, reiteradamente… En el encantador dibujo “Mamá Teté”, la poesía y el humor postergan el elemento de violencia  de la tercera dimensión, la iconografía  se alivia, la inquietud casi desaparece y nos encontramos en el dominio de lo imaginario-fantástico. yor del arte dominicano contemporáneo. Queremos mencionar a los ya conocidos trajes, rígidos e impresionantes, hormigueantes de puntas, letreros y figurillas, que no están sin recordar a las seculares vestimentas envenenadas.

Seduce y convence

Raquel Paiewonsky inquieta y molesta, provoca y conciencia, pero sobre todo seduce y convence cada vez más. No podemos confundir su trabajo con una autobiografía personal, hay que percibirlo como proyección de una conciencia colectiva, que acepta la femineidad y hasta se enorgullece de ella, pero exige consideración, dignidad e igualdad. Ella se ha convertido en una figura mayor del arte dominicano contemporáneo.

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