Improcedente

Improcedente

Es irrefutable el argumento de que el país necesita hacer más inversiones en infraestructura que apuntale el desarrollo del turismo.Los aportes del turismo al Producto Interno Bruto, la generación de divisas y de empleos son, entre otras, razones más que valederas para justificar programas continuados de inversiones en infraestructura de todo tipo.

Se entiende que la satisfacción de esa necesidad de inversión justifica la búsqueda de recursos económicos para sustentar los proyectos con los propósitos citados anteriormente.

Sin embargo, hay que ser muy cuidadoso a la hora de seleccionar las fuentes que deben generar los recursos necesarios para las inversiones indicadas, porque, inadvertidamente quizás, se caiga en el error de desvestir un santo para vestir otro.

Nos parece que sería erróneo, inadecuado, pretender imponer una carga de US$5 a los pasajes aéreos para los fines de acopiar recursos para apoyar inversiones en infraestructura turística, mucha de la cual, por cierto, está claramente identificada y cuenta con sus capítulos presupuestarios.

–II–

Francamente, no se entiende por qué debe ser esa fuente –los pasajes aéreos– la que deba generar los ingresos extras que se están procurando bajo el argumento de las obras.

El transporte aéreo de pasajeros está empezando a liberarse de los traumas que le provocó el hecho de que la tasa de cambio sobrepasara los RD$50 por US$1. No sería justo que se le reste impulso en virtud de una vocación fiscalista que no parece parar mientes en los posibles efectos.

Sería recomendable que los recursos adicionales que se requieren específicamente para infraestructura turística sean acopiados en otras fuentes menos sensibles.

Hace poco motivó rechazo un planteamiento del sector turístico que supondría la devaluación de la moneda para mejorar la rentabilidad de estos negocios.

Es decir, se pretendía perjudicar a todo un país para beneficiar a un solo sector de la economía.

Sin que se parezca en nada a esa propuesta, la idea de cargar más los pasajes aéreos debería correr la misma suerte, y no hay que entrar en detalles.

Ecosistema

Con frecuencia se habla de la preservación del ambiente y los ecosistemas, y se elaboran políticas y programas dirigidos a frenar en cuanto sea posible su deterioro.

Esos criterios son los que justifican la existencia de parques nacionales, áreas protegidas y otras delimitaciones especializadas.

Sin embargo, ninguna planificación en esta materia se ocupa del crecimiento desordenado de ciudades y poblaciones, y sobre todo, de las transformaciones que ese crecimiento provoca, para bien o para mal, en los ecosistemas.

Santo Domingo, por ejemplo, ha debido disminuir su ritmo de crecimiento horizontal para crecer en sentido vertical. Con otras ciudades ocurre lo mismo.

Llama la atención el hecho de que urbanistas y conservacionistas no unifican criterios para armonizar la relación del ser humano con su hábitat y proveer un crecimiento sano. Alguna vez tendremos que reparar en estas particularidades.

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