Improcedente

Improcedente

La sustitución por monedas las denominaciones en papel de RD$10 y RD$20 nos parece una idea improcedente, que no promete ningún beneficio práctico para el desenvolvimiento de las operaciones económicas y financieras cotidianas.

Su única lógica parecería ser la misma que ha hecho desaparecer las monedas fraccionarias del peso y la conversión a moneda de las denominaciones de RD$1.00 y RD$5.00.

Nadie ha podido demostrar los beneficios de estos cambios para la economía, el comercio, las finanzas, la banca y todas las operaciones que implican dinero.

Se afirma que ya el Banco Central tiene en su poder los modelos de las monedas de RD$10 y RD$20 que sustituirían los respectivos valores en papel, pero no se conoce que sobre el particular se hayan hecho consultas o se haya informado previamente al país.

Lo único que podría augurar esta conversión es más inconvenientes como los que han acarreado las monedas de uno y cinco pesos, que resultan poco prácticas para el desempeño cotidiano.

El Banco Central debería dar al país, a los sectores comercial y financiero fundamentalmente, y al público en general, explicaciones detalladas sobre estos propósitos que parecen ir en marcha.

Se debería explicar de quién ha sido la idea y cuáles motivaciones habrían sido antepuestas para poner en marcha estos cambios que no auguran practicidad alguna.

Refrescante

Si alguna noticia procedente del exterior debe resultar refrescante para la República Dominicana, esa deberá ser la demostración de civismo y vocación democrática dada este martes en las urnas por los electores haitianos, que acudieron abrumadoramente a votar.

El mismo efecto debe producirnos la ecuanimidad de los candidatos a la Presidencia y cargos congresionales, que han actuado hasta estos momentos con la prudencia que aconsejan las circunstancias.

Nosotros como país, en la misma medida que hemos tenido que hacer nuestro el grave problema socio económico haitiano, resultaríamos beneficiados en la medida en que el vecino país vaya logrando convertirse en un Estado viable con instituciones respetables.

Aunque en Haití la descomposición política y la abundancia de grupos armados hacían temer unas elecciones accidentadas, el pueblo haitiano, con su asistencia masiva y ordenada a las urnas, ha demostrado que confía en el voto como medio para alcanzar orden y estabilidad, y poder contar con unas autoridades que hayan resultado del ejercicio de su voluntad.

La impresión que queda de estas votaciones es que el pueblo haitiano ha marcado a sus políticos el camino que quiere seguir, probablemente inspirado en los resultados auspiciosos que el voto ha garantizado a su vecino más cercano hacia el oriente, que ha tenido que acogerle aún desbordando sus posibilidades.

El pueblo haitiano ha dicho lo que quiere y debe hacer valer esa voluntad.

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