Imprudencia y permisividad

Imprudencia y permisividad

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
La agresividad que se ha manifestado en los últimos años en la población dominicana, ha incursionado también en los medios políticos.

El último enfrentamiento ocurrió en Nagua entre una caravana del Partido de la Liberación Dominicana (PLD)y simpatizantes del Partido Revolucionario Independiente(PRI), con un saldo de varios heridos, uno de gravedad.¿Por qué sucedió ésto? Porque las dos caravanas imprudentemente se encontraron en la misma vía y los ánimos enardecidos hicieron el resto.

En años pasados, cuando se programaba una marcha o una reunión, fuese ésta política o de otra índole, la Secretaría de Estado de Interior y Policía solicitaba un plano por donde se desplazarían los participantes, no pudiendo estos desviarse ni realizarlo en otro lugar que en el que se había indicado en la solicitud. Si a los partidos políticos se les obligase a indicar con anterioridad las calles y las plazas en donde celebrarán los mítines y caravanas, no se les hubiese dado autorización para que las dos marchas se encontraran en una calle, avenida o carretera.

Los partidos políticos son culpables en parte de lo que ocurre.

 Resulta, que a los candidatos se les ocurre realizar sus concentraciones en los lugares más céntricos y en donde su ejecución traerá consecuencias negativas para el libre tránsito de vehículos y peatones por el lugar elegido.

En Nagua, para citar un ejemplo, las concentraciones las ejecutan en el triángulo a la entrada de la ciudad, lo cual impide el libre tránsito, tanto para Río San Juan, Gaspar Hernández y Puerto Plata, como también, en la otra dirección, para Sánchez, Las Terrenas o Samaná. Los vehículos que se arriesgan a pasar, tienen que soportar, las consignas, banderolas y el estruendo de unas enormes bocinas con planta eléctrica, que por los decibeles que reproducen, le rompen el tímpano al más inocente pasante.

El problema se resolviera si las autoridades llamadas a imponer el orden, no otorgaran el permiso correspondiente para que en los puntos críticos de una ciudad dada se puedan efectuar estos mítines, en donde no sólo se perturba con la música estruendosa, embrutecedora y repetitiva, sino que los organizadores reparten bebidas alcohólicas y combustible gratis a las motocicletas que se constituyen en avanzada y que circulan como “la jonda que lleva el diablo”, no pocas veces causando graves accidentes de tránsito, que producen “entaponamientos” los cuales contribuyen a irritar el estado de ánimo de aquellos, que sin estar participando en la concentración, deben transitar por la zona ocupada.

El sábado pasado, el que estas líneas garrapatea, tuvo que pasar por el pueblo de Navarrete en ruta hacia Santiago y había un mitin de un partido político en el parque que está situado en la calle o avenida principal de esta población. De manera caótica el tránsito fue desviado hacia las calles laterales.

 Habíamos pasado infinidades de veces por Navarrete en ruta hacia El Mamey y nunca nos imaginamos la cantidad de calles, callejuelas y callejones que tuvimos que sortear para poder salir de nuevo a la pista.

 Éramos tantos los vehículos dando tumbos a ciegas, que nos volvíamos a encontrar, sin que ninguno de los organizadores se preocupara por la suerte que corrían los que estaban ajenos a la actividad política.

Uno de los denominados “disco light”, un engendro compuesto por grandes bocinas reproductoras, las cuales para poder ser accionadas necesitan una planta eléctrica sobre el vehículo que la transporta, tenían un tema, alusivo al candidato, tan vacuo y repetitivo del mismo corrillo insulso, que nosotros nos preguntamos, si alguien se atrevería a votar por ese “genio” que se autoproclamaba como honesto, capaz y trabajador.

Pobre pueblo nuestro que tiene que soportar, sin que nadie se apiade de él, estos ruidosos aparatos que perturban la quietud hasta altas horas de la noche. Afortunadamente ha llegado la Semana Santa como un oasis de paz, no obstante algunos candidatos aprovechan las playas y los balnearios para distribuir material de promoción de sus aspiraciones, sean éstas de congresistas o municipales.

En verdad, nunca en los años que tenemos viviendo el clima de libertades, no habíamos visto una campaña tan costosa y de tan poco provecho para el pueblo dominicano, ya que sólo unos cuantos vivos, imprentas y vendedores de pintura hacen su agosto en detrimento de los ciudadanos, que pagan (somos masoquistas) con sus impuestos este derroche de recursos. Alguien me expresó que cualquier valla publicitaria de las que son soportadas por grandes bases metálicas, le cuestan al anunciante más de doscientos cincuenta mil pesos.

 Si sumamos la cantidad de anuncios, los tamaños y la proliferación en todas las ciudades, debemos llegar a la conclusión de que una curul debe salir por unos cinco millones de pesos.

 Es decir, alrededor del sueldo que devengarán en el Congreso si llegan a ganar. Somos de opinión, que la Junta Central Electoral (JCE) debe ponerle un alto a este dispendio, propio de un país más rico que el nuestro.

Si no se regulan, tanto los partidos políticos, como los movimientos y agrupaciones que aspiran a que se les otorgue dinero para su campaña, dentro de poco, todos aspiraremos y no sabemos cómo se repartirán los recursos que los contribuyentes aportamos y que hasta ahora no hemos protestado por el mal uso que se les destina.Ojala la JCE escuche lamentos como el nuestro porque lavorágine se los puede llevar de encuentro.

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