Impuesto igual para trabajo igual

Impuesto igual para trabajo igual

Con harta frecuencia, se producen escándalos periodísticos que días después se silencian, opacados por otros acontecimientos de la cotidianidad, o por otros escándalos, hoy que la muerte violenta ya no escandaliza.

Uno de esos acontecimientos que tenía al parecer sustancia duradera y se opacó fue el generado alrededor de que Cemex, la productora mexicana de cemento ubicada a orillas del Higuamo, en contubernio con los generadores energéticos de Haina, contrabandeaba combustibles.

Los ecos del escándalo tocaron los tímpanos de otros industriales que en algún tiempo han recibido desde Haina combustibles para lo mismo que los recibió Cemex, para producir su propia energía.

El silencio se inició por ese eco del escándalo, por los otros que también son compradores o prestatarios de combustibles por parte de la generadora Haina, en este caso más generosa que generadora.

El alegato de Cemex, que respaldó Haina, y que se callaron los otros, era el préstamo, no la venta.

Si hay préstamo no existe el delito de contrabando, pero si hay venta el delito es palpable, siempre que haya ganancia en la operación, o valor agregado.

Y uno se pregunta ¿Dónde reside el delito cuando un combustible por el cual no pagan impuestos los generadores ineficientes, se vende a otros, también generadores, obligados a serlos por esa ineficiencia?

Una ineficiencia que obliga a los clientes naturales de los generadores a instalar sistemas propios, costosísimos, para producir lo que el otro debiera producir y venderles pero que ni produce ni les vende.

Sin ir muy lejos en los números, en el país existe ya un centenar de empresas generadoras para sí mismas con capacidad individual superior a la capacidad total de la Compañía Eléctrica de Santo Domingo cuando a Trujillo, en 1958 y en mala hora, se le ocurrió “desinvertir” esos recursos para adquirir una capacidad que ya estaba instalada e iniciar el camino de la disolución de un sistema que funcionaba.

Todo, al altísimo costo que ha tenido que asumir el Estado y la ciudadanía para que todo sea cada vez peor.

2,700 millones de pesos se exoneraron en el pasado año a “Combustibles para generación”, a las plantas que generan para vender; otras partidas, de 161 millones correspondieron a “Combustibles para Zonas Francas”, y algo semejante a los “Contratistas del Estado”.

El resto del combustible que se importa destinado también a la producción energética, está sujeto a impuestos a altos impuestos, como es el de la gasolina, que va a las plantas de los que tienen menos recursos.

De manera que si usted se encuentra por ahí con un camioncito de esos que venden combustibles de los exonerados, arránquele un brazo, aunque sea a media noche, porque usted va a hacer con ese combustible lo mismo que haría el que logró pasarlo al mercado: generar energía, la energía que usted no quisiera tener que producir.

Ello le permitirá, por ejemplo, producir en su pequeño taller la pieza metálica que ha de entregar en la madrugada para que otra empresa pueda trabajar después de que una entrada y salida de energía muy violentas le hayan hecho roto su maquinaria y obligado a parar la producción.

O, tener purificada el agua de la piscina olímpica construida en el patio de su casa, y dejarla iluminada toda la noche, a más bajo costo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas