«In memoriam» del cuento del cuatro por ciento

«In memoriam» del cuento del cuatro por ciento

POR ARTURO MARTÍNEZ MOYA
El tiempo no perdona, han transcurrido veinte años desde que la economía enero-marzo del 2005 creció cuatro por ciento, con relación a igual período del 2004. Las estadísticas monetarias y las del sector real ya son parte de la historia, y los estudiantes de economía se interesan por el período. Han sido muchos los ensayos y las tesis en universidades dominicanas y del mundo que se refieren al tema, aúnque fue un cuento local, tuvo amplia difusión internacional, gracias a la postura ambivalente del FMI, Organismo que llegó a decir «que el método estandard utilizado sugiere un crecimiento de 4 por ciento». Es decir, que usó un lenguage diplomático que le permitió decir y no decir, no comprometerse con nada, como era su propósito. La postura del FMI tuvo su explicación, había apoyado una nueva metodología de cálculo, y frente al hecho cumplido del uso de la vieja metodología, tenia que ser diplomático.

Pero porqué el tema fue de interés veinte años después? Cuando se revisan los documentos de la época uno se da cuenta de que el gobierno, y las autoridades monetarias, se plantearon la hipótesis de que una economía pequeña, muy abierta al exterior, y bajo una crisis financiera en la que se mantenía inmersa, sometida a los rigores del FMI y sobreajustada por sus autoridades, creció un cuatro por ciento. Pretenciosa la hipótesis; pero no se quedó ahí, algunas de sus autoridades llegaron a definir el crecimiento como «el milagro económico dominicano». La historia reporta que lamentablemente no fue posible hacer el nuevo aporte al conocimiento, los tecnopolíticos de la época, a pesar de sus esfuerzos, no pudieron superar los problemas metodológicos y de fuentes de datos, que surgieron con claridad cuando ambos fueron expuestos al escrutinio público.

Los tecnopolíticos no entraron en detalle acerca de la metodología y las fuentes que utilizaron, quizás por el convencimiento de que eran indefendibles, a pesar de la insistencia de la crítica profesional, incluyendo la que le hizo públicamente, y de manera contundente, el Consejo de Exportación e Inversión de la República Dominicana (CEI), al disentir de los datos de exportación de las zonas francas. Otro inconveniente fue que, y a pesar del esfuerzo del buen equipo de profesionales de la economía que tenía, tampoco pudieron contar con la literatura necesaria, que apoyara teóricamente tanto el método de estimación del PIB como sus conclusiones. Se trataba de un esfuerzo en vano; en cambio, la crítica profesional citó sus fuentes teóricas, para responder porqué el crecimiento era inconsistente. Al final, los tecnopolíticos que empujaban la hipótesis del crecimiento del cuatro por ciento, se desesperaron y publicaron en espacio pagado, a lo largo y ancho de los períodicos nacionales, cosas fuera de contexto y de tono. En el Archivo General de la Nación se puede leer lo que se publicó hace veinte años.

Los estudiantes se encontraron con que el intento de aportar nuevos conocimientos a la ciencia llamó la atención incluso de la Academia Sueca de Ciencias, donde se discutió la posibilidad de crear el «Nobel al Cuento Económico Sin Sentido», algo así como el «Premio al Cuento Económico Desabrío», por mal contado, por no tener base alguna que lo justifique, por inconsistente, por ser inventado a última hora, porque nadie lo gozó ó celebró cuando se contó, y porque nadie lo creyó como posible. La misma fuente reporta que la Academia decidió no perder su tiempo, no sin antes decidirse por una medalla de reconocimiento a la destreza en el cálculo del crecimiento en economía sobreajustada, con la restricción (como el asterisco a los records de los peloteros en la época de la droga) de que la contabilidad del crecimiento nunca pudo explicar lo que pasó, es decir, no se supo cuáles fueron los sectores responsables del avance. Olguita declinó la suya.

Los ensayos de los estudiantes concluyen en una misma dirección, que en ese período no pudo existir tal crecimiento, porque no fue sustentado por un aumento en la demanda real, esto es, en el consumo de las familias y de las empresas, de la inversión en las empresas privadas, en el gasto del gobierno y en un aumento en las exportaciones netas de bienes y servicios. Los estudiantes responsables de investigar el tema, paradógicamente algunos dirigidos por tecnopolíticos que trabajaron con la hipótesis, escribieron que los datos relativos al ingreso disponible de las familias dominicanas refieren la existencia de una contracción cuando se compara con igual período de enero -marzo del 2004, y que esa contracción tenía explicación.

Opinaron que las autoridades monetarias deplomaron la tasa de interés, en busca de su objetivo de cumplir con la meta del déficit cuasi-fiscal, afectándo los depósitos en el mismo Banco Central y en la banca comercial, y que el consumo familiar basado en ese ahorro cayó de manera estrepitosa.  Que los intereses por depósitos en dólares, en la banca del país y del exterior, y las remesas recibidas por las familias dominicanas desde New York y europa, compraron menos pesos, porque las autoridades monetarias se empecinaron en sobre-apreciar el peso, lo que significó menos consumo para las familias, siempre comparado con enero-marzo del 2004. Como si lo anterior fuera poco, y debido al desempleo en las zonas francas, en el comercio y en la construcción, actividad ésta última que se redujo sensiblemente, el desempleo promedio en todo el país empeoró con relación al que prevalecía en enero-marzo del 2004. Que si bien es cierto que el salario nominal mínimo aumentó comenzado el año 2005, el hecho positivo fue más que contrarrestado por los aumentos del ITBIS a 16 por ciento, y la ampliación de su base, de la comisión cambiaria a 13 por ciento, y del impuesto a la propiedad, todo lo cual impactó negativamente en el ingreso disponible del cabeza de familias.

Inicialmente, los estudiantes no entendían cómo pudo aumentar el consumo privado si se había producido un deterioro del ingreso disponible. Siguieron investigando y se encontraron con la posible respuesta, que Olguita calculaba el consumo privado por diferencia, entre un PIB estimado con una muestra ya muy obsoleta y de poca cobertura, y la inversión privada, gastos del gobierno y las exportaciones netas, variables también estimadas con datos de diversas fuentes, y sujetas a contradicciones como lo advirtió el CEI, el FMI, las Naciones Unidas y técnicos independientes, como veremos más adelante. Es decir, Olguita trasladaba al consumo los errores de todos tipos cometidos en los estimados del PIB y de las demás variables. Lo peor es que ella lo sabía. Los estudiantes conocían la explicación de Robert Solow, profesor de economía de MIT, con relación al crecimiento no explicado. A pesar de que el consumo estimado por Olguita representaba más del cincuenta por ciento del PIB, lo evocaron y escribieron que semejante nivel de consumo no era otra cosa que una buena medida del grado de «ignorancia de los economistas». 

Cuando revisaron los papeles relativos a la inversión privada, advirtieron en el período se había reportado una reducción del crédito bancario por más de 35 mil millones de pesos, en parte la explicación de porqué el sector de la construcción había descendido con relación al primer trimestre del 2004. En cuanto al gobierno, y a pesar de que el FMI le permitió sobregastar 2 mil millones de pesos en exceso a sus ingresos tributarios, según lo establecía el Acuedo Stand-bye, decidió gastar 3 mil millones de pesos menos, es decir, que con 5 mil millones contribuyó a sobreajustar la economía en el período. Los estudiantes encontraron extraño que Olguita, a pesar de los números contundentes y no de argumentaciones, escribiera o firmara un documento donde decía que no existía sobreajuste, y que la crisis estaba pasando (en lo que no debió meterse, porque sólo era experta en Cuentas Nacionales); pero el desmentido fue encontrado por los estudiantes, el FMI le dijo a Olguita, a los tecnopolíticos,  al gobierno y al país, que la crisis estaba ahí, que el déficit cuasi fiscal del Banco Central representaba un peligro real para la política monetaria. Lo malo fue que, y a pesar de las búsquedas, los estudiantes no encontraron explicación de Olguita, del economista monetarista y diplomático, como tampoco de los demás tecnopolíticos, acerca de las razones por las que sus números indicaban que la inversión real había crecido, cuando las evidencias apuntaban a un efecto contracción sobre la demanda real de la economía.

En cuanto a las exportaciones netas, los estudiantes no entendían el aumento que Olguita atribuía a las empresas de zonas francas y al sector fuera de ellas, si se había producido una pérdida de competitividad por la apreciación del tipo de cambio. Era totalmente ilógico lo que se quería vender, así concluían los estudiantes. Se esperaba que Olguita, el economista-monetarista y los tecnopolíticos, en el mejor de los casos, hablaran de un estancamiento de las exportaciones, para respetar el hecho de que la demanda mundial estaba igual o peor en enero-marzo del 2005 con relación a igual período del 2004, confirmado por el crecimiento en los Estados Unidos, que había sido por debajo de lo programado, posiblemente por el alza en el precio del petróleo y/o por el deterioro de la balanza comercial.

En su investigación documental los estudiantes encontraron la explicación, Olguita calculó el valor agregado de las zonas francas basándose en proyecciones microeconómicas; en efecto, se había ido a los archivos del Consejo de Zonas Francas, de él extrajo los expedientes de solicitudes aprobadas y con la información a mano le aseguró al pueblo dominicano, bajo fé de juramento, y sin animo de aceptar puntos de vista contrarios, que en el 2004 se habían establecido 40 empresas diversificadas, que al finalizar el año habían generado 16,000 nuevos empleos, y que esas estadísticas habían impactado positivamente el primer trimestre del 2005. Que restándo los empleos perdidos en enero-marzo del 2005, entonces el sector había crecido 3.5 por ciento. Los estudiantes escribieron: cuánta ingenuidad en un sóla persona y en un sólo cálculo; para ellos era inexplicable que una experta escribiera semejante cosa, no lo entendían. Ellos, como estudiantes, se podían permitir semejante novatada, pero no Olguita, una experta reconocida. Ella sabía que una cosa eran los estudios para fines de aprobación y otra bien diferente la realidad.  Pero se «equivocó».

Los estudiantes concluyeron que Olguita tampoco pudo explicar, a pesar del espacio de que dispuso, el crecimiento del sector turismo; concluyeron, parece que se apoyó en el número de pasajeros que entraron al país en los primeros tres meses del 2005, los comparó con la estadística del 2004, y rápidamente concluyó que había un crecimiento. Los estudiantes escribieron, «parece que a Olguita se le olvidó que la tasa de cambio promedio del período enero-marzo del 2004 había superado en casi 50 por ciento la tasa de cambio promedio de enero-marzo del 2005, lo que establecía la diferencia». Por más que leyeron el documento firmado por Olguita, no encontraron una sóla explicación de porque el crecimiento de 20 por ciento atribuído a las comunicaciones; los estudiantes concluyeron «parece que se apoyó en el crecimiento de las nuevas líneas de celulares, pero sin descontar las canceladas, aúnque el valor agregado del sector era otra cosa». Nuevamente, y en mbos casos, los estudiantes escribieron «parece que se equivocó», así entre colimillas.

Después de todos los errores de cálculos y de cifras que comprobaron cometió Olguita, lo pensaron mucho, pero se decidieron, estaban de acuerdo con ella cuando escribió, ó alguien escribió, pero que apareció en su documento, que «un economista que se respete a si mismo debe examinar las cifras de manera desapasionada, para no caer en lo absurdo, con argumentaciones que retratan de cuerpo entero su calidad profesional». No obstante, en sus trabajos los estudiantes elogiaron su calidad profesional, y lo curioso fue que fueron calificados de excelentes, incluso por profesores que en la época de Olguita participaron en la conducción de la polítca económica y en la hipótesis del crecimiento del cuatro por ciento.

De Olguita los estudiantes esperaban una defensa púramente técnica. Se alarmaron por el tono y el contenido de la publicación, cargada de arrogancia y de intolerancia, que no era su personalidad. Para los estudiantes, el comunicado no llenó su cometido, la única obligación que tenía Olguita, era convencer al público, acerca de la idoneidad de la medición que había hecho, sin meterse a defender política monetaria y fiscal, y sin lisonja. No era su función, para los estudiantes perdió una buena oportunidad para «edificar mejor a la población…para que se forme su propio juicio», como escribió era el propósito de la publicación. No obstante, los estudiantes fueron tolerantes con ella, advirtieron que probablemente la coyuntura política de la época, caracterizado por un estricto control de los medios de comunicación, para que nadie pudiera disentir, podía ser la explicación de su actitud, por lo que en cuanto a los errores, su culpa era compartida. No obstante, escribieron que los economistas, por formación, todo el tiempo y sin importar la coyuntura, tienen el deber de ser críticos y rigurosos, para asesorar al jefe de la mejor manera.

Tal fue la indulgencia de los estudiantes que incluso pasaron por alto lo que podría ser peor. Resulta que en la investigación los estudiantes comprobaron que Jan Van Tongeren, de las Naciones Unidas, Roberto Luis Olínto Ramos, del Departamento Hemisferio Occidental del FMI, y los expertos internacionales Magda Asures y Evaristo Arrieta, habían trabajado con ella y el Departamento de Cuentas Nacionales del Banco Central, por mucho tiempo, en el desarrollo de una nueva metodología de cálculo directo del PIB trimestral y anual, acogida por las autoridades, hasta el punto de que se había empleado para recalcular la serie desde el 1991 y hasta el 2000. Cuando revisaron la documentación, los estudiantes comprobaron que a partir del 16 de agosto de 2004, se había cambiado de  parecer, se decidieron retornar a la vieja metodología, y que Olguita también varió de parecer, ya no apoyaba la actualización de las cuentas nacionales. Los estudiantes no encontraron argumentos que justificara su nueva actitud.

En los documentos revisados, los estudiantes encontraron que habían razones de más, e incluso que era urgente, la adoptación de una nueva metodología de cálculo de las cuentas nacionales. Para las autoridades anteriores a las que asumieron el 16 de agosto de 2004, y para los técnicos extranjeros, la vieja metodología-la que usó Olguita para concluir que la economía había crecido cuatro por ciento-debía ser sustituída porque adolecía de serias imperfecciones, y que no medía de manera fidedigna la actividad económica. Los estudiantes encontraron que los técnicos del FMI, de las Naciones Unidas y los independientes, afirmaban varias cosas: que el uso de precios del año 1970, era distorsionador principalmente para los cambios reales de los agregados, que los indicadores no eran representativos porque se basaban en muestras obsoletas, que no existían indicadores con cierto nivel de detalles para las diferentes actividades económicas.

Como consecuencia, los técnicos del FMI, de las Naciones Unidas y los independientes, habían concluído en el sentido de que no era fiable la estimación del PIB a través del gasto, refiriéndose de manera específica al gasto de consumo de las familias y a la variación de las existencias. Que esas imperfecciones metodológicas producían una tremenda brecha entre los cálculos trimestrales y anuales del PIB. En el comunicado que firmó Olguita nunca explicó al público, como debió hacerlo, las razones técnicas y no de otra naturaleza-que debió tenerlas-por las que se volvió a la vieja metodología, la obsoleta, la que había sido desechada porque no medía la economía de manera fidedigna. Los estudiantes confiaban encontrar su explicación en otros documentos, buscaron por aquí y por allá, y no encontraron nada, concluyéndo en sus ensayos: «Qué pena que se le olvidara hacer la aclaración pública, en el mismo documento que publicó a página entera, porque la nueva metodología había sido muy publicitada y comentada, como un avance institucional para actualizar las cuentas nacionales.

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