“¡Declaro inaugurado el aeropuerto internacional Pekín-Daxing!”, exclamó el presidente Xi Jinping en la capital china, que estrenó ayer su nuevo aeródromo, con el que el Gobierno pretende descongestionar el tráfico aéreo de la ciudad.
Pekín se une, de este modo, al grupo de urbes globales que cuentan con más de un aeropuerto internacional, como Nueva York, Londres, París o Tokio.
El evento de ayer pone punto final a cinco años de obras, en las que han participado más de 40.000 operarios.
El resultado es una construcción de 700.000 metros cuadrados, el aeropuerto de una sola terminal más grande hasta la fecha. Las previsiones oficiales son que por Daxing, 46 kilómetros al sur de la ciudad, pasarán 45 millones de viajeros en 2022, 72 en 2025 y 100 en 2040; cifras que lo convertirán en uno de los más transitados del mundo.
Una de las primeras decisiones tras un nacimiento pasa por elegir un nombre. La prensa nacional ya ha bautizado el nuevo aeropuerto como “la estrella marina”, a causa de su forma. De un núcleo central salen seis brazos: uno de ellos es el acceso y los otros cinco los pasillos que conducen a las aeronaves.
Este novedoso diseño permite minimizar las distancias dentro de la terminal, de manera que la puerta de embarque más lejana está a solo 600 metros de distancia del control de seguridad.
El propósito de este proyecto fue, desde el principio, proporcionar una alternativa al primer aeropuerto de la ciudad, Pekín-Capital, que opera por encima de su capacidad. El año pasado recibió casi 101 millones de pasajeros.