LAS VEGAS. Está en medio del desierto de Nevada, pero no es un espejismo. La llamada “Strip”, la franja de casinos más importante en Las Vegas, estrenó el sábado un nuevo hotel y casino sobre los cimientos del desaparecido Sahara.
El nuevo palacio del recreo —el SLS Las Vegas, siglas en inglés de “Estilo, Lujo y Servicio”—, abrió sus puertas con fuegos artificiales de medianoche y una fiesta para 3.600 invitados.
El nuevo casino requirió una inversión de 415 millones de dólares, que pueden sonar mucho, pero no para Las Vegas. Una modernización típica en la franja de casinos incluye una implosión espectacular del edificio antiguo, pero los nuevos dueños mantuvieron el esqueleto del Sahara.
Esto significó que el costo laboral bajara a una décima parte de lo que habría representado una reconstrucción total. La inauguración pareció mostrar que el viejo extremo norte de la franja sigue gozando de un renacimiento después de la crisis económica. Los visitantes notarán que esa zona —largamente asociada con lotes baldíos, moteles de bajo presupuesto y grúas de construcción detenidas— está creciendo una vez más.
Un conglomerado malasio anunció planes para convertir el casino Echelon, a medio terminar, en un hotel temático asiático: el Resorts World Las Vegas. El gigante australiano de los casinos Crown Resorts ha comprado lotes donde estaba el casino New Frontier. Se está construyendo una sala de conciertos al aire libre que albergará el festival musical Rock in Rio USA en el segundo trimestre de 2015. “Las empresas globales del juego y con mucho dinero están invirtiendo en el extremo norte de la Franja”, dijo Michael Paladino, un analista de la firma de calificaciones Fitch Ratings.
El nuevo capítulo en la vida de Las Vegas busca reemplazar los recuerdos del Sahara, un casino de temática marroquí donde alguna vez se presentaron Frank Sinatra, Dean Martin y los Beatles. Los dueños cerraron el casino de 59 años en 2011, después de varios años de mantener abierta sólo una de las tres torres del hotel y ofrecer en Twitter habitaciones por un dólar la noche.
Todo lo que tenía el Sahara, desde las sillas de las máquinas tragamonedas hasta las lámparas con formas de camellos, fue rematado en subasta.
“Hubo algunos días oscuros”, admitió Sam Bakhshandehpour, presidente de SBE, la empresa con sede en Los Ángeles que posee el SLS y muchos hoteles, discotecas y restaurantes. “Pero los soportamos”, agregó.