JERUSALEN (AFP).- Israel inauguró este martes un nuevo museo dedicado a la memoria de los seis millones de judíos exterminados por los nazis, en presencia de dirigentes que llegaron del mundo entero.
Este acontecimiento de carácter internacional fue presentado por Israel como el más importante desde los funerales del primer ministro Yitzhak Rabin, asesinado por un extremista judío en noviembre de 1995.
Al tomar la palabra, durante la ceremonia de inauguración del nuevo museo Yad Vashem, el primer ministro israelí, Ariel Sharon, afirmó que Israel es «la garantía de que no habrá más Shoah».
«Cuando ustedes salgan de este museo verán el cielo de Jerusalén. Yo sé lo que un judío siente cuando respira el aire de Jerusalén. Se siente libre, se siente en su casa», declaró Sharon.
«El sabe que es el único lugar en el mundo en el que los judíos tienen derecho a defenderse, y que es la garantía para el pueblo judío de que no conocerá otra Shoah», declaró Sharon ante decenas de dirigentes extranjeros que llegaron para asistir a la inauguración del nuevo museo.
«Hoy, en Yad Vashem, la humanidad debe comprender que su deber es luchar contra toda manifestación de racismo y xenofobia. Tiene un deber: nunca más», concluyó.
Para el presidente israelí, Moshe Katzav, que previamente había dado inicio a las ceremonias de inauguración del nuevo museo, aseguró que «desde la Shoah, el mundo es diferente».
«Los dirigentes del mundo entero tienen hoy la responsabilidad histórica de impedir una nueva catástrofe como la Shoah para el género humano», declaró Katzav al advertir que hay una ola de antisemitismo «sin precedentes» desde la Segunda Guerra mundial.
Al tomar a su vez la palabra, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, estimó que la Shoah «ocupa un lugar único en la historia» y que «el genocidio sistemático de seis millones de judíos generó la proclamación universal de los Derechos Humanos».
«Este genocidio es el peor de los infiernos que la Humanidad haya conocido, y hoy recordamos a quienes murieron y sus casas arrasadas para que su suerte no sea jamás olvidada, y también para que nunca más, en todo el mundo, no vuelvan a repetirse semejantes horrores», concluyó Annan.
El ex gran rabino de Israel, Meir Lau, sobreviviente de los campos de exterminio, estaba junto a Katzav y pronunció una plegaria que marca la entrada en este nuevo lugar, mientras una coral de jóvenes entonaba un cántico.
Las autoridades israelíes tomaron estrictas medidas de seguridad para este acto: 1.500 policías presentes y vigilancia desde helicópteros. Varias arterias de la ciudad fueron cerradas al tráfico originando enormes atascos.
Más de 40 dirigentes, entre ellos, los presidentes de Polonia, Aleksander Kwasniewski; de Suiza, Samuel Schmid; y los primeros ministros de Francia, Jean-Pierre Raffarin; de Suecia, Goran Persson; de Holanda, Jan Pieter Balkenende; de Bélgica, Guy Verhofstadt y de Dinamarca, Anders Fogh Rasmussen, participaron en las ceremonias.
También estuvieron presentes dirigentes de Croacia, Serbia y Montenegro, Lituania, Macedonia, Bosnia Herzegovina, Albania y Eslovaquia.
El museo Yad Vachem está construido sobre el monte Herzl, un barrio elegante de Jerusalén, en el perímetro del Memorial de la Shoah, construcción erigida en 1953 e inaugurada en 1957 para «marcar la relación entre las víctimas y el Estado de Israel».
Con 4.200 m2, el nuevo edificio, de arquitectura ultra moderna, es cuatro veces más grande que el antiguo museo, construido hace 30 años, e integra las técnicas audiovisuales e informáticas más modernas.
Desde su construcción es un paso obligado para todos los jefes de Estado y personalidades, que comienzan por este museo su visita a Israel. El papa Juan Pablo II lo visitó en el año 2000.
Al edificio se accede por un vestíbulo en cuyo suelo están grabados los nombres de los 22 campos de la muerte más importantes y donde una llama permanece encendida.
En el pórtico se eleva «la columna del recuerdo», de 30 metros de altura, en la que está grabada la palabra «Zkhor», que en hebreo quiere decir «Recuerda».
Al igual que otros museos consagrados a la Shoah, especialmente los de Washington, París y Berlín, los diseñadores tratan de transmitir un mensaje a la vez «judío y universal» sobre las consecuencias del racismo y del antisemitismo.