Incertidumbre global

Incertidumbre global

En los Estados Unidos el doble déficit, fiscal y comercial, toma forma y se intensifica en el gobierno de Ronald Reagan en los años ochenta. Pero Trump lo atribuye al ascenso de China. Por eso, y por las posibles implicaciones de la quinta generación de telefonía móvil de Huawei, propiedad de Ren Zhengfei, un general con influencia en el Partido Comunista, tiene en su diana al gigante asiático.
Un pleito que va para largo y desde ya es el principal factor de inestabilidad de la economía global. Los perdedores son consumidores y productores, pagan las tarifas adicionales que se aplican, también el crecimiento mundial, lo reconoció la OCDE, para este año redujo su pronóstico a 3.2%, en enero lo había hecho el FMI hasta 3.3%.
Para algunos expertos no se trata de desconfianza coyuntural, lo ven como síntoma de algo peor, se avecina una nueva crisis financiera con subida de los tipos de interés, después de permanecer en niveles bajos por mucho tiempo, con racionamiento en los mercados de préstamos y aumento del riesgo de impago en países muy endeudados, por no estar en condiciones de tomar préstamos caros.
Aunque el FMI y la OCDE no llegan tan lejos, mucho es lo que subyace en el complicado pulso Trump-Jimping que tiene a la economía mundial en cámara lenta, el temor es que empresas grandes y medianas, en lugar de invertir para dar saltos de innovación y ganar competitividad, o simplemente ampliar la capacidad de producción, no se arriesguen y prefieran preservar lo que tienen, comprando sus propias acciones para prevenir posibles caídas de precios.
Solo se habla de la posibilidad de un acuerdo temporal o cosmético Trump-Jimping en el marco de la cumbre del G20 en Osaka (Japón). La crisis, de prolongarse en el tiempo, nadie estaría en condiciones de identificar un posible detonante de una recesión económica mundial. Dada la situación, lo aconsejable es que los responsables de nuestra economía permanezcan como guinea tuerta, alerta antes el giro de las tensiones comerciales, tecnológicas y las que se deriven de la nueva guerra fría.
Y en materia fiscal usar todo ingreso extra para reducir la razón deuda pública/PIB, aprovechando que nuestro Banco Central prevé para este año un fuerte crecimiento de la economía de 5.5%, con la demanda interna como caballo de batalla, por la ganancia de confianza del inversionista y consumidor debido a la baja inflación.
La experiencia en los últimos años es que el alto crecimiento de la demanda interna incluso ha compensado la aportación negativa del sector exterior neto al crecimiento del PIB. Por eso reitero que tenemos el reto de cambiar a positivo la aportación neta negativa, el requisito es que las exportaciones muestren y sostengan un claro aumento en su ritmo de crecimiento. Es tan importante que si se lograra la expansión de la economía podría arañar el 6% en 2019.
Por eso digo que anda en la dirección correcta la ofensiva del Banco Central para atraer capitales externos presentando nuestra estabilidad macroeconómica como uno de los atractivos. Los inversionistas privilegian el tema para asumir riesgos, cuando está en crecimiento la incertidumbre económica y política mundial generada por la batalla Washington-Pekín en los tres frentes: supremacía comercial, tecnológica e ideológica.