El mundo en general, y el pueblo haitiano en particular, están muy impresionados y agradecidos por la extraordinaria celeridad con que el país fue capaz de reaccionar poniendo en tensión toda su voluntad y capacidad para acudir en ayuda de la vecina nación en momentos en que sufría un golpe dramático y brutal pocas veces sufrido, con esas características particulares, por pueblo alguno.

No hay dudas de que ello fue posible por el ejercicio de un muy alto sentimiento de solidaridad humanista; ello fue el motor esencial. Sin embargo, más nadie hubiera podido actuar con esa prestancia para lo cual fue decisivo el hecho cierto de la cercanía física  y de compartir la Isla. Es por ello que resulta ineludible el hecho de que la economía del país, así como su infraestructura y logística y su sistema empresarial habrán de tener una participación clave en el esfuerzo de reconstrucción de esa devastada nación. Ciertamente, además, eso habrá de tener un importante impacto en la economía nacional.

Ya se logró un imprescindible paso: reconocer la pertinencia de que la RD debía estar incluida en el Comité Internacional que coordinará la ayuda y el programa de reconstrucción y para el cual se decidió que su integración seria por aquellos países e instituciones que hubieran ofrecido mas de 100 millones de dólares en ayuda y la oferta dominicana, orientada a la reconstrucción de la universidad, es de 50 millones. La parte haitiana insistía en la conveniencia de incluir a la RD.

En el empresariado dominicano es donde se puede encontrar más experiencia acumulada en hacer negocios con Haití pues recordemos que ya en el 2009 ese país se había convertido en el segundo destino de las exportaciones dominicanas. Abastecerse en RD incrementa el poder adquisitivo por la cercanía y la conexión terrestre y minimiza la necesidad de inmovilizar capital por necesidades de almacenamiento para garantizar la disponibilidad de suministro – dígase alimentos, medicamentos o materiales de construcción, etc.-. El flujo de entrega puede garantizarse de manera permanente dado el nivel de logística con que se cuenta de este lado de la frontera.

Se pueden identificar, además, esquemas de producción conjunta transfronteriza con adecuados incentivos fiscales para promover las exportaciones. Proyectos joint ventures en sectores como manufactura, agropecuaria, telecomunicaciones y energía, entre otros, abren un amplio abanico de posibilidades. Empresas de construcción dominicana, con amplia experiencia en construcción de infraestructuras, bien equipadas y con asociaciones estratégicas con grandes compañías internacionales pueden ser eficientes actores. Los dos países debieran establecer una estrecha coordinación para presentar proyectos – esencialmente para la zona fronteriza – para un mejor aprovechamiento de fondos europeos dentro de la partida orientada a programas regionales. Debiéramos trabajar para llegar al momento en que sea factible y viable, con la debida coordinación, para realizar tours a territorio haitiano con los turistas que visitan la RD. Sería de gran provecho para ambos.