Incidente con Silvano Lora en París

Incidente con Silvano Lora en París<BR>

   El pasado sábado, en el matutino Diario Libre, leí un artículo del amigo José del Castillo sobre Silvano Lora, que me animó a contar esta sucinta  historia, en donde, desgraciadamente quedamos vivos únicamente dos, para rememorarla.

   Corría el año de 1962, época en la cual cursábamos estudios en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de la Universidad de París, cuando, por intermedio de nuestro amigo Diego Bordas nos enteramos de que un nutrido grupo de compatriotas habían sido enviados al exilio junto con él a la ciudad de París desde un campamento de reclusión, en donde habían estado confinados en la base  Opa Locka, en el Estado de Florida,  en los Estados Unidos de América.

   De todo el contingente, sólo conocía a Diego Bordas por cuestiones comerciales, ya que él era el representante en la ciudad de New York de la firma puertoplateña Bordas & Cía. y como eran exportadores de cacao, le conocía al igual que  a su hermano César.

   Me informó, que habían sido deportados del país vía ese campamento estadounidense y que la mayoría nunca habían estado en París.  Me solicitó, que al  estar yo  residiendo en la ciudad, querían que les orientara en aquella urbe tan extensa y sobre todo con un idioma que la mayoría  de ellos no comprendía.

   Dentro del grupo exiliado se encontraba el doctor Francisco Alberto Henríquez (Chito), quien no obstante no conocerlo, se me acercó para decirme que su sobrino, Camilo Lluberes –mi compañero de infancia– le había expresado que me buscara; ya que estando afianzado en Francia, le podría ser útil en su forzada estadía.

   El Gobierno Dominicano, al parecer por cuestiones humanitarias, decidió otorgarle un aporte de US$200.00 mensuales a cada uno de los deportados.  Esta medida, si bien fue bien aceptada por la mayoría de los expatriados, fue acremente criticada por el pintor Silvano Lora, –de paso amigo nuestro– ya que él consideraba vejatorio el aceptar esa “ayuda” la cual calificaba de “infame”.

   Las discrepancias se agudizaron al extremo que el Encargado de Negocios de la Embajada Dominicana, el poeta Enriquillo Rojas Abreu,  nos pidió, que conjuntamente con mi compañero de estudios el ingeniero Carlos Rodríguez Fernández, que asistiéramos como testigos a una reunión que él había convocado esa noche en el Restaurante La Coupole del boulevard Montparnasse.

   Si la memoria no me traiciona asistieron a la misma: el encargado de negocios Enriquillo Rojas, el destacado escultor Luichy Martínez Richiez, un dentista llamado Daniel Ozuna, Carlos Rodríguez, Chito Henríquez, Silvano Lora y  nosotros. 

   En el transcurso del encuentro, se suscitó una acalorada discusión entre Silvano y Chito que estaban sentados uno al lado del otro, por el asunto del recibimiento de los US$200.00. Chito le enrostraba a Silvano que los criticaba, porque él vivía en París y hablaba francés. Para evitar un altercado, Enriquillo me solicita que me siente en el medio de los dos.  Ocurrió tan rápido, que no me dí cuenta.  De repente, Chito le lanza una trompada a Silvano, quien se escuda detrás de mí y la recibo en la mandíbula.  Se liaron a puro golpes y por supuesto, Chito que era más fuerte, tiró a Silvano en el piso y si no le echo una llave, lo hubiese maltratado de mala manera.  Lo peor fue, que una vez Silvano se sintió liberado, le tiró una patada con tan mala fortuna para mí, que casi me rompe dos costillas.

   La reacción de los comensales no se hizo esperar, ya que la terraza estaba completamente llena. Nos abuchearon, nos tildaron de subdesarrollados y otros epítetos no publicables.  Ante esta repulsa, Luichy se subió a la mesa, se bajó los pantalones y les enseñó las nalgas en todas las direcciones.  La rechifla fue tal, que pensamos que nos iban a agredir.

   Finalmente las aguas bajaron de nivel, los malentendidos quedaron subsanados y pudimos salir sin mayores tropiezos.  La enemistad entre ambos contendientes fue el único mal que no pudimos evitar. Sin embargo, ambos entendieron el mensaje, lejos de la Patria, la unión se impone.

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