Lograr una mejor calidad de vida para personas que tienen habilidades diferentes es posible. Eso sí, se deben establecer las herramientas necesaria para que este colectivo pueda converger en una sociedad que ofrezca las mismas oportunidades para todos.
Así lo entiende el psicólogo español Javier Tamarit Cuadrado, responsable del proyecto ‘Transformación de Plena Inclusión’ en España, quien detalla que cuando se habla de calidad de vida, ya no se habla de algo que no tiene contenido, sino que está muy armado desde la ciencia, la filosofía y los derechos, por lo que merece la pena entenderla como objetivo básico de la intervención.
Detalla que es sabido que los modelos actuales de intervención contienen prácticas que alimentan dimensiones concretas de una vida buena para cualquier persona.
Tamarit, quien acudió al país invitado por el Despacho de la Primera Dama para ofrecer la conferencia magistral “Construyendo calidad de vida para personas con habilidades diferentes”, recordó que diversas investigaciones establecen que existen ocho dimensiones o pilares que alimentan una buena vida.
Entre estos pilares señala los siguientes:
-Bienestar emocional: sentirse bien en un contexto determinado, no amenazador.
-Bienestar físico: tener y gestionar la salud de una manera adecuada.
-Bienestar material: gozar de ciertas condiciones básicas que permitan una vida de razonable bienestar y confort
-Relaciones interpersonales: no hay una vida buena, si no se tiene con quien compartirla, si no hay gente que le quiera y a quien querer.
-Desarrollo personal: la posibilidad de permanentemente avanzar en sus competencias y tener nuevos retos, nuevos desafíos que le hagan sentir vivo como persona.
-Autodeterminación: la necesidad de entender que tiene proyectos y vida personal. Que quiere cumplir y avanzar con ellos.
-La inclusión social: sentirse perteneciente a un entorno. Además de los derechos básicos de cada individuo.
Partiendo de estos puntos, el experto señala que cada uno de ellos intenta transmitir que ya en muchos lugares se están haciendo cosas aparentemente pequeñas que están marcando una diferencia y que están consiguiendo dar respuesta no solo a la discapacidad, sino a los deseos y voluntades de las personas que tienen alguna discapacidad. “Para que una persona tenga una vida buena se necesita una comunidad que acoja y celebre tener personas diferentes”.
Con esto, Tamarit recalca que así como las personas “normales” necesitan señalizaciones para realizar sus tareas diarias, así mismo las necesitan las personas que tienen discapacidad.
“Los sistemas habituales te informan cómo debes moverte en la ciudad o en algún centro. Para una persona puede ser muy fácil identificar determinado centro o lugar porque hay señales que le orientan”, recuerda.
En cambio, las personas que no tienen la capacidad para leer estas señales que se han hecho para la “normalidad”, se encuentran en un entorno complejo, percibido como amenazante. En este punto, el psicólogo asegura que si se tiene accesibilidad cognitiva, señales visibles, si se cuenta con un personal que los acompañe y los guíe para que sepan manejarse en todos los contextos, no solamente se le estaría facilitando competencias cognitivas más complejas, también se le estaría proporcionando bienestar emocional.
Dice que cuando se trabaja con personas que tienen discapacidad de desarrollo como trastornos del espectro autista, es necesario que el ambiente se construya ofreciendo oportunidades para todas las personas y no solamente para unos pocos, por lo que existe la obligación de intentar aumentar sus competencias para que sean capaces de descubrir cosas nuevas.
Tratamiento personalizado. Detalla que durante sus años de ejercicio ha aprendido que se debe formar un equipo de colaboración con la familia.
También está la necesidad de capacitar a la familia para una crianza especializada. Con esto, recalca, no se está planteando que las familias se conviertan en terapeutas, -mamá es mamá y papá es papá-. Pero tienen el derecho a tener conocimiento sobre cómo criar mejor a su hijo que tiene una necesidad concreta.
Una familia que tiene un hijo con autismo no se tiene que convertir en experta en esta condición, se tiene que hacer experta en el caso de su hijo en particular para lograr mejores resultados de la mano de los terapeutas expertos en autismo.