Incongruencia de la política energética

Incongruencia de la política energética

La incongruencia de la política oficial se observa claramente en el comportamiento de las recaudaciones por concepto de la compra de combustibles y los subsidios al GLP y al sector eléctrico. Al  final de 2008 se estima que los impuestos por combustibles ascenderán a RD$34 mil millones, mientras que el subsidio a la energía y GLP a RD$36 mil millones, según estimados conservadores.  En otras palabras, el impacto positivo que tienen los impuestos sobre el consumo de energía y sobre la factura petrolera se ve cancelado por el efecto que tienen los subsidios. Pero el costo para la economía no se limita a esta área. Los recursos provenientes de PetroCaribe, que hoy se utilizan para financiar el despilfarro en el consumo de electricidad, podrían utilizarse para reducir el consumo de energía a través de su inversión en un sistema de transporte eficiente y efectivo en las principales ciudades del país, de forma tal que las personas, aun poseyendo vehículos, prefieran utilizar el transporte público para asistir a sus puestos de trabajo, universidades, colegios y lugares de comercio.

En el marco de una política energética coherente podría ejecutarse un plan de inversión en ampliar y mejorar la infraestructura vial del país, que reduciría la congestión y el tiempo necesario para movilizarse de un lugar a otro y mejoraría la competitividad y atractivo de nuestra economía. Carreteras como la del Coral, Baní-San Cristobal, San Juan-Barahona, San Pedro-La Romana podrían ser ya realidad, de haber existido una política energética coherente. Aún con esas inversiones, todavía quedarían recursos para la construcción de presas hidroeléctricas y como colateral o apoyo a ello, inversiones en la reforestación y rescate de los ríos  del país para producir en el futuro energía a menor costo por kilovatio/hora. De continuar el gobierno con la actual política populista, el empresariado y el pueblo que no se la roban, seguirán pagando la energía más cara e inestable, y el consumidor de combustibles, los impuestos más altos del hemisferio, además de endeudarnos para financiar el despilfarro energético.(y 2).

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