¿Incongruencias?

¿Incongruencias?

RAFAEL TORIBIO
Si bien es cierto que nada humano nos puede resultar ajeno, o que por presenciar a menudo situaciones, decisiones y comportamientos que parecen inusuales, ya estamos curados de espantos, todavía hay hechos que tienen la contundencia de chocarnos con tanta intensidad que nos quedamos perplejos ante ellos. Son tan desconcertantes, tan poco razonables, que, a pesar de intentarlo, no encontramos fácilmente una explicación satisfactoria. Representan tantas incongruencias con lo que debiera ser, que no debieran producirse. Pero su existencia, su permanencia y repetividad nos indican que, pese a nuestro parecer, no son tan incongruentes, y que representan formas toleradas, o admitidas, de burlarse de lo que debe ser.

El hecho de que se produzcan y permanezcan, que se argumenten explicaciones para tratar de justificarlas, nos evidencian que tienen una razón de ser y que, en conclusión, parece que no representan ninguna incoherencia. Veamos algunas de esas pretendidas incongruencias.

Empecemos por la práctica generalizada en nuestros sectores más representativos de firmar acuerdos y luego no cumplirlos. Lo que en principio parece no tener lógica, la tiene si pensamos que la firma del acuerdo es una forma de poner término a un conflicto y negarse a cumplirlo luego, no es otra cosa que la negación de conceder lo que se había acordado. Se logra una salida a la situación sin dar nada a cambio, o algo sustancialmente menor, sí hay que volver a otra negociación. Así, ganan unos y pierden otros.

Algo parecido sucede cuando se logra el crecimiento económico sin desarrollo. Se nos dice que antes de repartir hay que producir lo que luego se habrá de repartir, o que la distribución aparecerá por el «derrame», llegando a los más necesitados, en la mediada que aumenta la producción de bienes y servicios. En la fase del crecimiento se impone la austeridad para poder incrementar los bienes y servicios, pero la experiencia nos indica que logrado el aumento de la riqueza nacional la distribución no se hace, ni de acuerdo a lo aportado, ni a las necesidades, y unos pocos salen más favorecidos que los muchos. El crecimiento económico, cuando no está acompañado de políticas sociales que hagan la distribución, conduce a aumentar las desigualdades. Algunos, pocos, salen beneficiados y otros, muchos, perjudicados.

Con relación a la justicia ocurre algo parecido. Empecemos por anotar que la figura que aparece en el símbolo de la justicia tiene, además de la balanza, una venda en los ojos. En principio, la venda es para asegurar la imparcialidad, sin embargo esto le impide ver las injusticias que se hacen en su nombre y algunas incongruencias, como serían, entre otras, la presunción selectiva de inocencia mediante la cual ante una acusación ciertas personas son consideradas inocentes y otras culpables; sentir un profundo temor frente al que tiene la obligación de brindar seguridad y tener que vigilar a los vigilantes porque son los primeros en transgredir las normas que deben observar. También aquí a determinadas personas esto les beneficia.

En  un área tan sensible y tan importante como es la educación se producen también estas aparentes incoherencias. Hemos visto como del escaso presupuesto asignado a educación se transfieren recursos a las Fuerzas Armadas y que en los últimos presupuestos el incremento para las Fuerzas Armadas siempre es mucho mayor que el otorgado a la educación. Ocurre con frecuencia que en su afán de presentar resultados positivos, desde la Secretaría de Educación nos quieren hacer ver los insumos como resultados. Lo que es necesario para que pueda haber una buena educación se nos presenta como prueba de calidad en la educación. En este mismo sentido, proclamamos que somos miembros de la sociedad del conocimiento cuando la escolaridad promedio no llega al quinto año de primaria, sin hablar de su calidad.

Pero es quizás en lo político donde las pretendidas incongruencias se producen con mayor frecuencia. Esperamos tener sólidas democracias, sin desarrollar programas con la intensidad debida para formar a los ciudadanos y ciudadanas en la práctica de la democracia, teniendo los partidos políticos el primer lugar en esta carencia. El hecho de que nadie acusado de actos de corrupción en los últimos veinte años esté cumpliendo condena, nos indica que a la corrupción le acompaña la impunidad. ¿Cómo se puede explicar que un aspirante a un  cargo electivo invierta en la campaña recursos económicos que exceden muchas veces lo que recibirá como remuneración durante todo el período por el que es electo? En todos los estudios de opinión recientemente publicados, los políticos y partidos políticos compiten por el mayor nivel de desconfianza pero, sin embargo, en cada elección se concurre de manera masiva a votar. Finalmente, vemos que los promotores de la reforma del estado empiezan el gobierno acrecentando la deformación del Estado multiplicando organismos y cargos, en vez de reducirlos.

¿Incongruencias?

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