Incontinencia marrullera

Incontinencia marrullera

A veces creo exagerar cuando descalifico al Partido de la Liberación Dominicana como organización política. Pero cuando reflexiono y reviso sus acciones de cada día me convenzo aún más de que ese conjunto funciona con una estructura corporativa cuyo propósito fundamental es perpetuarse en la administración del Estado dominicano para enriquecer a sus dirigentes principales.

La militancia sólo cuenta para lanzarles las boronas y justificar como “políticas” sus onerosas malversaciones. ¿El honesto Juan Bosch? No quieren recordarlo. Esos empresarios muestran poca creatividad para enmascararse. Al igual que los empresarios del transporte, quienes se hacen llamar “sindicalistas”, estos traficantes del poder se auto designan “políticos”. Y, como los transportistas, desarrollan sus actividades bajo una constante y permanente marrullería. Vale decir, disfrazan sus actividades para engañar a los demás en cuanto a su propósito principal.

En días recientes, el Chief Executive Officer (CEO) del “Partido de la Liberación Dominicana”, doctor Leonel Fernández, convocó una reunión del “Comité Central” y, como accionista mayoritario e indiscutible, impuso que los actuales ejecutivos se mantuvieran en sus posiciones por cinco años más. Esta marrulla se basaba en el sofisma de que una renovación de la dirigencia partidaria podría perjudicar la celebración de la Convención en la que se elegiría el candidato presidencial. Ese proceso tendría lugar dentro de año y medio. Sin lugar a dudas, esa manipulación es otra muestra de que el presidente Fernández no ha desestimado, todavía, su participación como candidato en las elecciones de 2012, aún cuando la Constitución de la República se lo impide. La marrulla fue aprobada por forzada unanimidad y, como dice Minou Tavárez Mirabal, “las unanimidades son siempre sospechosas”. La inefable hija de Minerva y Manolo completaba con una frase lapidaria: “Pasamos al reeleccionismo sin importar las disposiciones constitucionales, hasta la creación, a nivel interno, de los cargos casi vitalicios.

Los marrulleros tratan de perpetuarse en el control del “Comité Político” porque esa es la coartada que les permite enmascarar su enriquecimiento súbito con el disfraz político. Pero quisieron comerse el filete antes de desollar la vaca.

Ahora se han topado con que un amplio sector de la militancia se ha manifestado contra la brutal manipulación. Se han evidenciado como traficantes que, administrando el Estado, obtienen enormes ganancias hasta convertir a 22 de los 25 miembros del “Comité Político” en millonarios asquerosamente ricos.

Objetivamente, el Partido de la Liberación Dominicana no existe como asociación de miembros que comparten un espíritu democrático regido por un programa político y una ideología progresista. Eso ya no cuenta para los accionistas del “Comité Político”. Paradójicamente, los que se enriquecen saqueando el erario plantean resolver los problemas de la democracia partidaria permitiendo menos democracia a la militancia. Los Comités de Base y los Comités Intermedios tienen varios años sin reunirse para evaluar el cumplimiento del programa de gobierno aprobado en el anterior Congreso. Ni siquiera reciben, con la periodicidad de antaño, el periódico y la revista que, en los tiempos de Juan Bosch, servían de orientación verdaderamente política a la militancia y a la dirigencia. Ahora todo se resuelve con prebendas y contratos de grado a grado que endeudan el país hasta la exageración.

Ante el rechazo que continúa generalizándose contra la perpetuación de la dirigencia corporativa en el “PLD”, los enriquecidos miembros del Comité Político tratan de intimidar a las ahora despolitizadas bases. Con una histérica amenaza, Reynaldo Pared mete miedo a la militancia mediante el argumento de que podrían ser desplazados del poder si reclaman los métodos democráticos contenidos en los Estatutos del Partido. ¿Quiénes serían los desplazados? ¿Los marrulleros del “Comité Político”? Ojalá fuera cierto.

Es a través de manipuladores de esa clase como cualquiera acaba de convencerse de que Juan Bosch perdió su tiempo educando cuadros políticos que han devenido en traficantes. Algunos Círculos de Estudio han parido un grupo de manipuladores que se sienten felices de haber sustituido a la perversa calaña del balaguerismo de “Los 12 Años” en la inmensa corrupción. Asimismo, aprendieron a considerar la Constitución de la República y los Estatutos partidarios como desechables hojas de papel y así mantenerse de forma vitalicia controlando la rentable empresa llamada Partido de la Liberación Dominicana.

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