Indefinición de los períodos históricos

Indefinición de los períodos históricos

La humanidad vive en estos momentos en medio de una crisis continua e incomprensible para la generación que ha tenido la virtud de haber compartido parte del Siglo XX. El grado de adelantos civilizadores de estos últimos años ha sido mayor que el de todos los demás años anteriores: los cimientos de la civilización actual. Dicha celeridad ha sido causa de la indefinición entre los períodos históricos tradicionales de las épocas que identifican un giro entre la cultura y el grado de civilización alcanzado entre uno y otro; es decir, los establecidos: Antigüedad, Edad Media, Renacimiento, Modernidad y nuestra Postmodernidad.
El pensamiento del hombre actual, sin embargo, demuestra un cambio tan radical que nos sentimos sumidos en el vórtice de un torbellino abismal. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Hacia dónde? Son las preguntas lógicas planteadas a lo desconocido. Solo sabemos que estamos ahora siguiendo una concatenación de hechos sin sentido aparente. Se transforman las bases que rigen nuestro comportamiento con el único fin de ser sustituidos por inusitados hechos y conceptos contra-natura, que la poderosa propaganda nos presenta como naturales y convenientes. Todo lo anteriormente considerado como sacrílego es el día de hoy obsoleto, ante la multiplicidad de novedades que parecen importaciones de un planeta desconocido.
Asombrados vemos cómo unos cerebros envenenados se inmolan en aras de un holocausto de vidas inocentes por toda la faz de la tierra. Nadie está salvo de la hecatombe mundial que se vislumbra.
Ni siquiera el poderoso dinero sirve para atemperar esas ideas depravadas que amenazan el mundo.
Los jóvenes luchan algunos para procurar un futuro esperanzador para sus vástagos, otros para seguir aumentando la deshonrosa fortuna heredada de unos progenitores corruptos. Los envejecidos indigentes languidecen ante el abandono de la familia que se aleja tan pronto les pasa la edad productiva. Y los niños, víctimas son de los múltiples modernos entretenimientos electrónicos que les roban su inocencia y los alejan de la convivencia y de la creatividad. El hombre no se comunica verbalmente, y va perdiendo la preciada facultad de la comunicación, y aumentan los errores garrafales de ortografía, causados también por las abreviaciones creadas para escribir cortos mensajes en los teléfonos móviles. En las grandes urbes, tal como la sede de los rascacielos y modernísima Nueva York, aumentan aceleradamente los desempleados, con el resultado de la inevitable hambruna. Y sin olvidar la Europa de nuestros sueños, con su enorme acervo cultural irremplazable, que por generosidad y permisividad con todo el que quisiera beneficiarse de sus bondades, ahora impresiona por las transformaciones en los hábitos de vida de sus avanzados habitantes, impuestos por las ingentes e indetenibles migraciones, y sobre todo por la multiplicidad de los actos terroristas.
Así pues, por todos estos motivos, las etapas históricas que han pasado la prueba de los siglos se tornan difusas en el tiempo y aun en el espacio, haciendo así desaparecer una barrera definida entre la una y la otra. Se trata de un intercambio indeterminado entre la barbarie del hombre primitivo y nuestra sociedad “civilizada” del Siglo XXI, que cada día va adoptando matices de aquella bestialidad, interrelacionándose con los enormes alcances de la civilización.
La humanidad espera la salvación de su especie……

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