“INDEPENDIENTE”

“INDEPENDIENTE”

“independiente” es un término ambiguo, indefinido, vago, ingrávido y difuso. Su fuerza significativa viene dada por el contexto que lo refiere. En política tiene uso frecuente para darle nombre a movimientos y partidos políticos que buscan siglas sonoras para facilitar la memorización colectiva. El diccionario lo define como un adjetivo que se agrega a algo que no guarda relación con otra cosa, que no depende de ninguna autoridad superior.

En el discurso de campaña del presidente Luis Abinader, y también luego de asumir el poder, la palabra “independiente” resulto clave. El vocablo “independiente” pronunciado por el presidente Abinader fue asociado a su persona, a su campaña política y promesas de cambio. Despertó esperanza y funcionó como un nuevo concepto de institucionalidad, de transformación ante los oscuros y tortuosos contubernios, de transparencia y superación de época.

Si hubo una palabra que motorizó la idea de cambio fue esa, “independiente”. Ella portaba las bondades que la degradación de prácticas políticas decadentes y contaminadas nos habían negado por siglos. Creímos que con Abinader tendríamos un presidente que se tomaría el afortunado riesgo de permitir que los poderes del Estado funcionaran a la luz e influencia sana de un liderazgo moderno y de un nuevo discurso político.

Con la inconsistencia, con la falta de coherencia y con la disonancia entre el uso de una palabra y las ejecutorias que le dan valor, el presidente se está desdibujando así mismo, y no queremos esto. “Independiente” ha sido una simple muletilla de campaña y su beneficiario se ha colocado en la fila de sus antecesores, en el mismo sendero marcado por las prácticas políticas tradicionales que nuestro actual presidente está supuesto a superar.

Ya, antes de los 100 días de gobierno, muchos dominicanos entusiasmados y esperanzados con un cambio, hemos sentido la desilusión por la manera burda y políticamente torpe como se eligió el pleno de la Junta Central Electoral. Una mala comedia más de nuestra política vernácula que nos remite a una relectura del “Derrumbe” de Federico García Godoy. A partir de ahora cuando el presidente utilice el término “independiente”, nos estaremos preguntando qué estará queriendo decir, o que otra componenda tiene tramada.

Es muy prematuro para el presidente crear una tan grave confusión entre su discurso y su práctica. Un lamentable dislocamiento de su accionar ante la ciudadanía. Estas son las jugadas típicas de nuestra desacredita gallera política que terminan desilusionando a los ciudadanos.

La nueva Junta Central Electoral, que debió tener como calificativo agregado el término “independiente” para exaltar su modo institucional y soberano de escogencia, y así coronar el discurso del presidente de la nación, ahora como lúgubre epitafio de un desatino político, llevará el mote ignominioso de “la junta de Abinader” que contará con Leonel Fernández como inquilino y beneficiario que recibe su compensación en saldo de turbios arreglos y oscuras confabulaciones.

Ya no es creíble el discurso de que tenemos una justicia independiente, lo que debilita notablemente la persecución y la lucha contra la corrupción. Los lideres tienen que tomar en cuenta que ellos son el modelo a seguir, y si los lideres no son consecuentes con sus palabras y compromisos, si fallan, no pueden esperar que quienes le sigan no hagan lo mismo. Gobernar

bien es crear confianza, y estos son los puntos que minan la confianza y que nuestro presidente tiene que asegurar.

Parece que el activismo político, los anuncios grandilocuentes en serie y las trapisondas politiqueras están acaparando la gestión gubernamental del presidente Abinader. Parece que no hay espacio para reflexión sabía y atinada y falta la consulta que da lugar a la planificación de las cosas y que conducen a la prudencia.

El presidente necesita tiempo para la reflexión, y tiempo para escuchar el consejo sabio y prudente. Nuestro presidente no puede perderse en las inconsistencias de nuestra política, el presidente tiene que reflexionar y entender que él está llamado a ser la antítesis de lo que ha sido nuestra práctica política tradicional. Su compromiso esencial es consigo mismo y con las promesas que le ha hecho a su pueblo.

Presidente, ya usted tiene su junta, para obtenerla faltó a su palabra y perdió mucho de la credibilidad y la confianza del pueblo que lo llevó al poder. Reflexione, consulte, medite sus compromisos que usted está a tiempo para reencontrase con usted mismo y con su propuesta de cambio.

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