¿Independientes?

¿Independientes?

Los pueblos que simplifican los alcances del concepto independencia a la mera autonomía territorial y a regirse por un estatuto jurídico propio se hacen profundamente dependientes de sus propias debilidades.

Cuando el 27 de febrero de 1844 -hace hoy 160 años- fue proclamada la independencia dominicana de la dominación haitiana, se marcó el inicio de una lucha permanente por la consolidación y afianzamiento de este principio. Nos libramos del dominio externo, pero está en duda que asumiéramos con todo su rigor el autodominio.

Se cumplen hoy 160 años de aquella proclamación, pero hay que ver si podemos extender a nuestro albedrío financiero la noción de independencia surgida entonces. Recordemos que el porvenir del país está hipotecado debido a un creciente endeudamiento externo.

En estos tiempos nuestras debilidades institucionales nos subyugan de manera tal, que no podemos alardear de independientes. La institución encargada de despejar el camino hacia las elecciones presidenciales lo ha sembrado de incredulidad y desconfianza con algunas de sus actuaciones. Esto nos hace objeto de observación internacional y pasibles de advertencias sobre que, o las elecciones sean pulcras, transparentes, o la cooperación del exterior tomaría represalias.

Hans Hertell, el embajador de Estados Unidos, expuso en su reciente comparecencia ante la membresía de la Cámara Americana de Comercio, que en el país hay que acabar el dolo, la corrupción y el soborno. La observación, sin que sea injerencismo, nos indica que no somos tan independientes.

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Lo que debemos plantearnos, entonces, es hacernos realmente independientes, sacudirnos de las malas artes del dolo, la prevaricación y el soborno. El sentido común debería indicarnos que debemos ser cada vez menos deudores, no sólo pagando lo que debemos, sino también reduciendo en lo posible nuestras visitas a las ventanillas de préstamos.

El país no puede alardear un día como hoy de que cumple 160 años de vida independiente cuando justo ahora estamos demostrando que no hemos sido capaces de manejarnos adecuadamente y que necesitamos que una especie de gendarme financiero nos trace pautas y disciplinas siempre onerosas para los más pobres.

Un día como hoy de 1844, los padres de la patria pusieron en marcha un plan de independencia que ha debido tener continuidad a través del tiempo, para garantizar el fortalecimiento de las instituciones, la aplicación de las leyes y el respeto de la Constitución.

Los atropellos cometidos por el dominio haitiano son explicables y comprensibles. Son los mismos que sufren siempre los países sumetidos por la fuerza, sobre todo por un invasor. Los dominicanos no podíamos esperar menos de esa dominación.

Lo que no se entiende es que nosotros mismos propiciemos ejecuciones extrajudiciales, persecuciones violatorias a la ley, uso de los recursos del poder para fines políticos, concesiones de explotación que pisotean la soberanía nacional y son culto al monopolio, endeudamiento más allá de las posibilidades y tantas otras debilidades que nos hacen cada vez más dependientes, o menos independientes, que para el caso da igual.

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