Indiferencia ante el caos urbano

<STRONG>Indiferencia ante el caos urbano</STRONG>

El caos urbano continúa empeorando y no parece haber autoridad que lo enfrente. Los choferes del transporte público improvisan paradas donde se les antoje y AMET ni las autoridades municipales intentan impedirlo. Las aceras son usadas como estacionamiento y hasta talleres de mecánica. Por ejemplo, en el lado oeste del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte la Policía ha establecido en el área verde una especie de cementerio para vehículos inservibles. La acera del mismo lado es usada como  estacionamiento.

Arterias comerciales de mucho tráfico de personas y vehículos se han estrechado por el aparcamiento de vehículos y el uso de las aceras por los vendedores. Avenidas como la Duarte, la Mella,  la Padre Castellanos y la 30 de Marzo están entre las más caóticas. A la ocupación de los espacios públicos se suman las múltiples violaciones a la Ley de Tránsito cometidas por los conductores. El transeúnte tiene que andar por la calzada debido a la toma de las aceras por vendedores.

Es necesario hacerle frente a estos desmanes. Las autoridades correspondientes tienen que asumir su responsabilidad  de preservar el libre tránsito por los espacios públicos. Su deserción al deber está trayendo consecuencias terribles. No puede ser que el caos sea factor dominante en una sociedad que se precia de organizada.

Filosofía del abandono

El Parque Ambiental Núñez de Cáceres podría ser tomado como prototipo de la aplicación de una filosofía de indolencia que ha colocado en el abandono numerosas obras oficiales costosas. Este parque, que costó 350 millones de pesos, fue construido como parte de la  solución para serios problemas de  drenaje pluvial de una amplia zona capitalina, pero desde su inauguración en febrero de 2007, jamás se le ha dado el mantenimiento necesario.

 El resultado del abandono es patético y la estructura tiene ahora todas las características de una verdadera ruina. Los costos que representaría devolverle la funcionalidad probablemente superan lo que hubiese sido necesario para darle el mantenimiento adecuado. Como ese parque hay numerosas obras en todo el país, entre las cuales hay costosas instalaciones deportivas. Lo peor es que estas barbaridades  no acarrean consecuencias para los responsables.

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