Indígenas juramentan a Evo jefe supremo de
los Andes

Indígenas juramentan a Evo jefe supremo de <BR>los Andes

TIWANAKU, Bolivia,  (AFP).- El aymara Evo Morales fue investido ayer sábado como jefe supremo de los indígenas de los Andes en un ancestral rito indígena en la ciudad sagrada de Tiwanaku, cerca de La Paz, un día antes de convertirse en el primer presidente indígena de Bolivia.

Descalzo, vestido con un poncho rojo con bordados dorados y coronado con unas flores blancas, el presidente electo fue entronizado en una ceremonia en estas ruinas preincaicas, donde sacerdotes le transmitieron una energía positiva y poderes telúricos y espirituales para ayudarle en sus cinco años de mandato.

Vitoreado al grito de ‘jallalla Evo’ (viva Evo) y de “Uka jacha uru jutasjiway” (el gran día ha llegado) de miles de indígenas campesinos, el líder cocalero de 46 años llegó a la explanada de Tiwanaku, a 70 km de La Paz y cerca del sagrado lago Titicaca, a 3.860 metros de altura.

Los indígenas y campesinos ondearon las “whipalas”, banderas con los colores del arco iris que representan las etnias de Bolivia, país de 9,3 millones de habitantes. Habían llegado a pie o a bordo de autobuses y algunos de ellos pasaron allí la noche en carpas que fueron dispuestas para tal fin por el Ejército.

Esta ceremonia indígena y mística, en la cual no participó ninguno de los 65 presidentes blancos o mestizos que antes gobernaron Bolivia, fue seguida por una multitud de decenas de miles de campesinos, que hicieron ofrendas a la Pachamama (Madre Tierra), conjurando la lluvia que amenazaba desde temprano.

En el que fue el majestuoso templo de Kalasasaya un grupo de yatiris le hizo una ‘limpia’ espiritual antes de entregarle el poder de los pueblos indígenas andinos resumidos en un simbólico báculo, de siete metales y piedras preciosas.

Ese bastón de mando, fundido en oro y plata, está coronado por dos cabezas de cóndor que representan el sistema de autoridad dual en los pueblos ‘llameros’ (pastores de llamas), indígenas del oeste de Bolivia, sur de Perú y norte de Chile.

Morales fue coronado con una suerte de gorra de lana de cuatro puntas, que representan las regiones precolombinas del Estado preincaico del Tawantinsuyo, que abarcó desde Chile hasta Ecuador.

En lengua nativa y con algunos vocablos de la perecida lengua puquina, fuente del aymara, Morales contrajo un compromiso telúrico con la Pachamama y el Tata Inti (padre sol), en un ritual sobre una ‘huajta’ (mesa) en la principal azotea del Kalasasaya.

Tiwanaku es la cultura más antigua de América del Sur, con 27 siglos y medio de existencia, desde 1580 AC a 1172 de nuestra era.

Tras la ceremonia, Morales dio un discurso que inició agradeciendo “por todo el apoyo que me dieron en la campaña” y en el que les hizo una promesa: “No los voy a traicionar”.

“Hoy día empieza el nuevo día para los pueblos originarios del mundo. Una nueva vida en que buscamos igualdad, justicia, una nueva era, un nuevo milenio, para todo el pueblo del mundo”, dijo Morales, cuyo rostro difícilmente escondía sus emociones.

“Estoy convencido de que sólo con la fuerza del pueblo con la unidad del pueblo vamos a acabar con el modelo colonial y el modelo neoliberal”, dijo.

“Necesitamos la fuerza del pueblo. Los invito a corregirme permanentemente, podremos equivocarnos, pero jamás traicionar la guerra del pueblo boliviano. Los indígenas son dueños absolutos de esta tierra”, dijo.

Los indígenas de diversos países lo ungieron como “la punta de lanza de la revolución de Latinoamérica”; “Cuente con nosotros y vamos adelante”, le proclamó una líder indígena de Venezuela.

Tras la ceremonia, miles lo esperaron con música autóctona en la plaza central de Tiwanaku, para compartir el ‘apthaphi’ -alimentos en comunidad- y escuchar de él su mensaje desde el balcón de la alcaldía, pero el presidente electo ya había partido a La Paz sin que ellos lo supieran.

“Esperamos en vano”, dijo una indígena que aguardó cerca de dos horas en la plaza cargando, en sus espaldas, en el ‘aguayu’ -manta- a su pequeño niño de dos años.

Morales asume este domingo como primer presidente indígena de la historia de Bolivia, y recibe el mando del presidente interino Eduardo Rodríguez, en medio de un enorme fervor popular y la legitimidad que le da el inédito 54% de votación que alcanzó el 18 de diciembre.

La ceremonia oficial contará con diez presidentes latinoamericanos y el príncipe heredero de la corona española Felipe de Borbón, y delegaciones de más de 50 países; pero en Tiwanaku la calidez de los suyos hizo olvidar los gélidos ventarrones andinos y la fiesta popular se había desatado ya al caer la tarde.

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