Indignación, descuido, ineficiencia

Indignación, descuido, ineficiencia

La quietud del domingo 14 de setiembre del 2025 se rompió primero con un abejoneo de gente y luego con un murmulleo que crecía por momentos: Leonel Fernández y su indisciplinada gente ocuparon de manera arbitraria y abusiva los espacios cercanos a la esquina Dr. Báez con Bolívar. No respetaron nada, ni espacios físicos, ni los derechos de los moradores de la zona, simplemente llegaron como conquistadores.

El estacionamiento de frente a mi casa fue ocupado con doble parqueo, incluyendo las dos entradas de las marquesinas frontales.

Cuando civilizadamente fuimos a buscar a la persona que no nos permitía salir, al principio, durante más de media hora se hizo la chiva loca y no aparecía. Era una mujer.

Puede leer: El precio de la vida: una carga insostenible

En eso, se me ocurrió recurrir a la autoridad que tiene que resolver problemas como ese: llamé al 911, contestó una empleada muy amable quien me dijo que ellos no se ocupaban de eso, que la tarea le correspondía al Instituto de Tránsito, el Intrant.

Luego de cuchumil timbrazos del teléfono de la extensión, en Intrant nadie contestó, procedí a marcar el O y luego de otros cuchumil timbrazos me informó el sistema que ese buzón estaba lleno y no podía recibir más llamadas.

En ese momento pensé: ¿Qué me coma el león?

La indignación, la impotencia y el enojo, no se pueden enmarcar en un artículo. Pensé: ¿Qué se creen estos carajos, comenzando por su jefe político, que pueden hacer y deshacer, que están por encima de las leyes, que pueden hacer pupú sobre los derechos de los demás?

Esa actitud de perdonavidas asumida por los seguidores de Fernández es fruto de su convicción de que aquí no hay justicia, ellos son la prueba viviente, entraron al poder en 1996 en chancletas y salieron montados en lujosas yipetas de lujo… y no ha pasado nada, los hemos saludado, como si fueran personas respetables. Así tan permisiva, o cobarde se ha transformado la sociedad dominicana. Esa gente habla porque aquí el Ministerio Público actúa con anteojos de tuerto. Ese engreimiento, esa prepotencia, es fruto de la creencia de que ganarán las elecciones generales venideras. ¡Dios que nos coja confesados!

Si el PRM se deja quitar el poder sería por debilidades internas imperdonables que comienzan con la falta de control de los procedimientos que implican manejos del gasto público, y eso sería una vagabundería que muchos deberán pagar con cárcel y el decomiso de todos sus bienes y la investigación exhaustiva de las compras y ventas realizadas desde el 2020 por sus familiares y parientes consanguíneos o políticos para determinar el origen de los fondos.

Si hubiera justicia los políticos ladrones y los comerciantes contrabandistas y evasores de impuestos estarían en la cárcel.

Más leídas

Publicidad